La calma que precede a la tormenta institucional que se prevé esta semana aterrizó en El Arcángel. Una tarde extraña por diversas circunstancias. La primera, porque no llegó ni a 9.000 el número de asistentes al coliseo ribereño, a pesar de que se cuentan (es un decir) con más de 11.000 abonados. De ahí que al Córdoba CF dejara de apoyarlo no ya la provincia o la ciudad, sino incluso parte de esa masa social inscrita el pasado verano. También fueron extraños determinados silencios durante el encuentro, aunque el conjunto blanquiverde notó el apoyo de los suyos, de los que sí acudieron a la llamada de emergencia, durante todo el encuentro ante un rival tan terco como limitado en sus cualidades, colectivas e individuales. Otra circunstancia rara se produjo en el tramo final, cuando el entrenador local se dejó un cambio en el tintero, justo cuando los de blanco y verde insistían, asediaban y comprimían a los extremeños. Y, finalmente, también resultó extraña alguna decisión arbitral. En definitiva, se dieron todos los condicionantes para que el partido no terminara en una sonrisa y así ocurrió. A la preocupación de los días previos se añadió el desencanto por no haber logrado los tres puntos ante un equipo que se mostró netamente inferior al Córdoba CF, pero al que no se supo dar la puntilla.

En cuanto a entrega, corazón e incluso alguna que otra idea, cierto es que al partido del Córdoba CF hay que ponerle pocas cortapisas, aunque posiblemente a los de Agné les faltaron ideas, sobre todo en los últimos 20 metros, algo que se hizo patente en el tramo final.

Antes, la puesta en escena fue más bien fría. En el primer cuarto de hora apenas ocurrió nada. Los locales con más balón, pero poco más. A partir de ahí, en la parte central de ese primer tiempo, sí se vio al conjunto blanquiverde, con varias llegadas y dos ocasiones claras, a cargo de De las Cuevas, una, y de José Antonio González, otra. Esta última de las que es más fácil meterla que fallarla. El Córdoba CF tuvo alguna dificultad para salir con el balón, con algunas entregas comprometidas, y de una de ellas se aprovechó Cristo, que había salido en el minuto 9 en sustitución del lesionado Gaspar, para marcharse en diagonal hasta la portería de Becerra. Su disparo rebotó en la pierna de Djetei para hacer un globo inalcanzable para el portero blanquiverde, que ya estaba casi vencido.

En el último cuarto de hora del primer acto se vio a un Córdoba CF que había acusado el golpe y a un Mérida que volvió a estar tan cómodo como en el primer cuarto de hora del encuentro. Mucho tenían que cambiar las cosas y Agné dio entrada a Gabriel Novaes por un Ortuño «incómodo», en palabras del entrenador, que desveló que había estado enfermo durante la semana.

Y desde el inicio del segundo acto el Córdoba CF se fue a por el partido. Al igual que en sus mejores momentos en el primer acto, los de Agné entraban y llegaban bastante bien por las bandas, con mención especial a Fernández y a Jesús Álvaro, que regresaba al once tras muchas semanas en el dique seco. También con un activo Javi Flores, aunque posiblemente el conjunto blanquiverde se hizo demasiado predecible en los centros laterales. El de Fátima, además, buscaba más las esquinas del área, por lo que tanto De las Cuevas como José Antonio González debieron, quizá, insistir más por el centro. El pontanés lo intentó, al menos, en alguna ocasión, tanto con pases filtrados que no encontraron objetivo como con disparos desde la frontal que chocaron, casi siempre, en la tupida defensa rival.

Pero al menos, el Córdoba CF transmitía la sensación de que el gol andaba cerca. Llegó, quizás, de la forma menos esperada: a balón parado. De las Cuevas botó un saque de esquina en el minuto 57 y Djetei, en el primer palo, llegó antes que Javi Sánchez para alojar el balón en las mallas. Con más de media hora de encuentro por delante era lógico pensar que el Córdoba CF acabaría remontando. Pero se hizo patente uno de los lunares de este equipo, que se intuye desde hace semanas: la falta de un hombre gol. El equipo de Agné tuvo innumerables llegadas al área emeritense, cierto es que, por momentos, parecía ansioso, pensando más en el gol que en el pase obligado previo para obtenerlo, pero en líneas generales funcionaba.

Javi Flores buscaba continuamente desde la frontal la asistencia de gol, Jesús Álvaro y Fernández se cansaron de centrar, sobre todo el cordobés, con más de un plátano que hubiera merecido un rematador. Zelu lo buscó por la banda, por el hueco entre el lateral y el central y hasta por la corona, pero tampoco encontró un resquicio para, al menos, preocupar a Javi Sánchez. Melchor dio el susto tras una arrancada en la que se fue hasta el fondo, aunque encontró una buena respuesta por parte de Fidel Escobar. Y el Córdoba CF siguió insistiendo. De nuevo una gran jugada de Javi Flores, yéndose de varios contrarios y dando un pase de la muerte se encontró con la ausencia de un goleador y algo parecido al de Fátima le ocurrió a Jesús Álvaro. Algunas decisiones arbitrales descentraron ligeramente a los blanquiverdes, que a pesar de todo, tuvieron la ocasión final, con un gran pase de Javi Flores a Vera. El canterano se plantó solo ante Javi Sánchez, le dio con el exterior del pie izquierdo y Cubo la sacó bajo palos. El Mérida se defendía con ocho en el área y como gato panza arriba y, quizás, lo peor para el Córdoba CF, sea que vino a hacer su partido y lo consiguió. A pesar de todo, un empate con sabor a injusticia en El Arcángel, en donde el Córdoba CF mereció más.