Medio año después de su llegada, Ernesto Valverde ya tiene la plantilla que quería. Al menos, en cuanto a número de futbolistas, 22, después de que se confirmara la continuidad de Aleix Vidal, el último jugador susceptible de causar baja. Medio año después, el entrenador dispone de una plantilla de semejante nivel -mejor o peor queda a merced de las opiniones- de la que le dieron cuando firmó el contrato en el mes de junio.

Entonces estaba Neymar. Tras la sensible marcha del astro brasileño, que causó un verdadero terremoto desde el punto de vista anímico y deportivo, el Barça ha recuperado la sonrisa. No solo por haber sustituido a Neymar con dos elementos, Ousmane Dembélé y Philippe Coutinho, aún desconocidos y cuya valoración es inclasificable todavía por sus escasas actuaciones, sino por el rendimiento del grupo, líder sobrado en la Liga, preparando la semifinal de Copa y con la vista puesta en los octavos de la Champions ante el Chelsea.

Agitación permanente

De junio a enero, el Barça vivido en una agitación permanente, sin desconectarse del mercado continuo en el que se ha instalado el fútbol. La sesión de verano enlazó con la de invierno y la pantalla de la próxima temporada sigue encendida. Mientras Valverde extrae el máximo provecho a un vestuario al que anda tomando el pulso, los técnicos perfilan los futuros refuerzos y los ejecutivos buscan dinero para comprarlos. Antoine Griezmann y Arthur son los dos objetivos elegidos.

Los dos futbolistas tienen cláusulas. La del delantero del Atlético de Madrid asciende a 100 millones de euros. La del centrocampista brasileño del Gremio de Porto Alegre es de 50. El Barça ha ofrecido 30 millones en un movimiento para certificar su voluntad de contratarle y de bloquear el intento de cualquier otro club por el prometedor interior de 21 años. El Gremio solo dispone del 60% de los derechos de Arthur, quien por su parte conserva un 20% y otro 20% está en manos de un empresario.

Cierre sin llamadas

El último día en el cierre oficial del mercado no hubo actividad en las oficinas del Barça como sí sucedió el 31 de agosto, cuando el club no había colmado sus pretensiones de fichajes con la llegada de Dembélé. Aquella noche el Liverpool pidió 200 millones por Coutinho, según aseguró Albert Soler, el director de deportes profesionales, y los agentes de Ángel di María buscaban un acuerdo para que el internacional argentino cambiara París por Barcelona.

Busquets, Valverde y Aleix, en el entrenamiento de este miércoles / JORDI COTRINA

"Estoy contento con la plantilla que tengo", dijo Valverde al despedir el mes de enero. Una frase que ha repetido desde el primer día de junio, cuando firmó; al subir al avión en julio hacia la gira americana, con el único fichaje de Semedo, y al comenzar la Liga en agosto, sin Neymar sin Dembelé y sin Coutinho.

Asegurada la continuidad de Aleix, que quería seguir en el Camp Nou, y sin que ningún postor pujara a última hora por Denis o André Gomes, los únicos candidatos a ser traspasados, no hubo llamadas.

Telarañas en la caja fuerte

Tampoco hizo ninguna el Barça. La caja fuerte tiene telarañas después de que el club se gastara todo el dinero y más cobrado por Neymar: los 222 millones recaudados se repartieron entre Paulinho (40), Dembélé (105 más variables) y Coutinho (120 más variables) más los 11,8 pagados por Yerry Mina. Josep Maria Bartomeu está obligado a seguir una política estricta de ahorro, con el límite salarial por las nubes y la necesidad de conseguir 150 millones para acudir al mercador de verano.

Coutinho, Paulinho y Yerry Mina, tres de los fichajes, salen a entrenarse / JORDI COTRINA

"Es bueno que se quede Aleix. No es un titular indiscutible pero viene ayudándonos regularmente y aún nos ayudará más", comentó Valverde, que al final abogó por la permanencia del futbolista después de que se hayan marchado en dos semanas Arda Turan, Deulofeu y Rafinha, "que juegan en una posición similar a la de Aleix". Aunque las tres bajas han sido, oficialmente, tres cesiones, solo Deulofeu cuenta con posibilidades de volver.