“Las luces se apagaron repentinamente. Segundos después, el avión tuvo un fuerte descenso, seguido de un gran impacto”. Es todo lo que ha podido decir Ximena Suárez, la azafata del RJ100 de la compañía boliviana Lamia donde viajaba el Chapecoense, el equipo brasileño que quedó diezmado al estrellarse la aeronave en el municipio colombiano de La Unión. Suárez apenas habló con el gobernador de Antioquia, Luis Pérez. “No recuerdo más hasta ahora”, balbuceó, después de las primeras preguntas. Y esa oscuridad, parecida a la de las cajas negras, ya extraídas, es la que por estas horas todavía rodea a una tragedia con 71 muertos y 6 heridos. “Los cuerpos estaban amarrados a las sillas”, dijo Arquímedes Mejía, integrante del equipo de rescate. Entre tantas conjeturas se impone una que provoca espanto: el avión se habría quedado sin combustible.

Veinte víctimas ya fueron identificadas y se espera que al finalizar la semana se complete esa tarea. Mientras, tres futbolistas, un periodista y dos miembros de la tripulación se aferran a la vida. “Sobreviví porque seguí los protocolos de seguridad. Muchos se levantaron de sus asientos y comenzaron a gritar”, contó Erwin Tumiri, el técnico del avión. A Jackson Follmann, el portero suplente, se le amputó una pierna. El defensa Helio Neto tiene traumatismo craneal. Alan Ruschel puede quedar parapléjico.

El Atlético Nacional, que debía disputar la final de la Copa Sudamericana con la Associaçao Chapecoense, le propuso a la federación regional de fútbol que se le otorgue al equipo brasileño el título de campeón honorífico en homenaje póstumo a las víctimas del peor desastre aéreo de Colombia en los últimos 21 años. En diciembre de 1995, un avión de American Airlines se estrelló en una zona montañosa cercana a la ciudad de Cali. De los 164 ocupantes solo sobrevivieron cuatro.

FALLO ELÉCTRICO

Y ahora, en estas horas, las preguntas duelen como aguijones. La hipótesis de los problemas de combustible ha ganado terreno después de conocerse el testimonio de Juan Sebastián Upegui, un copiloto de Avianca que sobrevolaba el aeropuerto de Rionegro en el momento del accidente. Upegui reveló la conversación entre la controladora aérea y el capitán Miguel Quiroga que manejaba la nave siniestrada. “El TJ85 dijo de repente: ‘Solicitamos prioridad para proceder a la pista. Tenemos problemas de combustible (...) ahora fallo total eléctrico (...) ayuda”, contó.

El avión de Lamia había salido de la ciudad boliviana de Santa Cruz.Su travesía hasta Medellín era de unas cuatro horas. Pero el RJ100, una aeronave británica fabricada en los años 90, fue diseñada para cubrir distancias cortas, como indica la sigla RJ (Regional Jet). Ese tipo de avión, señalan los expertos, no debía haberse empleado para recorrer 2.265 kilómetros. Tres semanas atrás viajó en ese mismo aparato la selección argentina para jugar con Brasil en Belo Horizonte. Allí pudo haberse subido nada menos que Leo Messi.