-Con usted, el Córdoba sigue la moda imperante en el fútbol de contar con técnicos jóvenes.

-Sí. El fútbol está cambiando en ese sentido. El año pasado estuvo Velázquez, este ha estado Lobera y Rubi ha hecho un año buenísimo. Bueno, quizás hubo una época en la que la experiencia primaba más y ahora, desde Guardiola, Unai (Emery), Garrido, se mira más al entrenador joven, al jugador que pasa pronto a entrenador.

-En esa sensación va el estereotipo de que son personas con gran conocimiento pero cortos en el manejo de vestuarios.

-Sí. A ver. No sé. Un entrenador, para manejar un vestuario... Cada vestuario es un mundo, cada jugador es un mundo. No puedes tratar a todos los vestuarios de la misma manera. El jugador profesional sabe lo que tiene que hacer. Todo el mundo trabaja, se prepara, todos tienen actitud. Pero hace falta siempre algo más, la exigencia es dar algo más. Eso siempre tiene que estar presente. La experiencia tiene más que ver con hacerse con un vestuario que con conocimientos técnicos, eso lo sé.

-Lo digo porque la temporada pasada se habló mucho del asunto, aunque usted parece partir con un plus de confianza por parte de la grada por su trayectoria como jugador y la campaña con el filial. ¿Cree que por ello tiene más margen?

-No sé. Habrá gente que verá positiva mi contratación y otra que no. Tengo claro lo que para mí es esta oportunidad. He venido a intentarlo. He venido a poder aportar un poco mi experiencia como jugador y un poco lo que he aprendido como entrenador, pero no he venido a estar muchos años ni a perpetuarme. Vengo a intentarlo. Córdoba es una ciudad muy exigente y si no sale hay que dejar paso a otra persona. Asumo esa exigencia y como cualquier otro entrenador vengo a intentarlo pero no a estar mucho tiempo. Pocos entrenadores en Segunda cumplen un ciclo de más de dos años.

-Pues para un año, la exigencia, con el ascenso a Primera, no puede ser más alta.

-He tenido muchas conversaciones con el presidente y bueno... Todo el mundo sabe como es el presidente. El tiene un sueño que es ver al Córdoba en Primera División y yo asumo ese sueño del presidente. Yo creo que al final los sueños, entre comillas, te permiten mantenerte despierto. Eso está claro. Ahora bien, el tema es, como entrenador, cómo transmites el mensaje. Empiezo el 9 de julio y mi única intención es preparar ese entrenamiento para que me salga bien, como si fuera el último. Después pensaré en el del 10. Luego, en el primer amistoso. No hay objetivos a largo plazo porque hay mil condicionantes que te pueden cambiar. Asumo el reto del presidente, lo respeto. Estoy en consonancia con su idea, de hecho él me lo transmitió: "Pablo, este es el mensaje y tienes que asumirlo". Para mí es claro, pero mi manera de ver las cosas es que primero hay que trabajar muy duro. No puedo pensar en la jornada 5 o 6, queda mucho tiempo. Cada día es un mundo, esto cambia de un día para otro y ojalá ese reto, esa ilusión que tiene el presidente, que es muy respetable y muy asumible, es la que la ciudad muchas veces... Son 40 años, esa sensación que tiene la ciudad, de qué ha pasado este año. Córdoba se lo merece y lucharemos para que ese sueño se convierta en realidad. Si no lo consigo dejaré el sitio a otro.

-Me llamó la atención aquello de que usted no tiene "grandes sueños" como técnico.

-No he tenido una carrera fácil. He tenido lesiones que han condicionado mi carrera. 24 horas con hielo para poder entrenar al día siguiente. Me condicionan tres operaciones muy graves que prácticamente con 20 años me tienen que retirar y luego, el resto de mi carrera, me tengo que cuidar muchísimo para poder entrenar cada día. Si cenábamos fuera o tomábamos algo tenía que estar sentado porque si no mi rodilla sufría. Salgo de un equipo que estaba en Primera Regional, me llama el Madrid para una prueba de un mes, estudiaba mi carrera, tengo que dejar mis estudios, me cambia todo en nada. Mi carrera ha sido bastante humilde pero en la que todo te costaba. De entrenar en tierra, a los ocho meses, entrenar con Capello, Raúl y Roberto Carlos cuando no había jugado en hierba en mi vida. Esa sensación de cuando consigues eso, que es bonito y piensas que puedes lograr algo más. Cuando juegas en Segunda B y subes a Segunda, esa sensación... Pues como entrenador no tengo esas sensaciones, porque mira, yo entrenaba con cadetes y era feliz, entrenaba con infantiles y era feliz. Entrenaba con juveniles y era feliz. La sensación de entrenador me gusta pero la de disfrutar con mi trabajo no va en consonancia con esos retos de entrenar en la élite, no. No me esperaba esta oportunidad. La asumo, pero la sensación de disfrutar entrenando será igual que la que tenía cuando lo hacía con cadetes o infantiles. Estoy feliz por la oportunidad. El fútbol es importante pero también lo es mi familia. Tengo que aprender, que mejorar. Tengo la necesidad de progresar y seguir aprendiendo. Hay entrenadores que han tenido en su carrera momentos buenos y otros peores pero nunca han desfallecido. Pase lo que pase, esta experiencia de un modo u otro me fortalecerá en todos los sentidos.

-La carrera del técnico es más paradójica que la del jugador.

-Es verdad. Cuando estás dirigiendo piensas: "si saliera yo". E igual ese jugador tiene mejores cualidades que las tuyas. Al final, la línea entre el éxito y el fracaso es muy fina. Yo me he fijado en muchos entrenadores para poder aprender. Jémez, que tiene que ser un espejo para otros por lo que ha hecho aquí, en su primera etapa en el Córdoba tuvo momentos difíciles. Luego, en Las Palmas, en el Cartagena. Y en su primera etapa en el Córdoba, que la seguí mucho, había muchos partidos que en el final o en el descuento empataba o perdía. El equipo transmitía esa sensación de querer hacer las cosas bien. Después de aquello él tuvo constancia y fíjate, ha llegado a Primera. Rafa Benítez, Unai Emery... Es tan pequeña la diferencia entre el éxito y el fracaso. Al final, por mucho que se crea la gente, los futbolistas son los protagonistas.

-¿Cómo va a jugar su Córdoba?

-A ver. Cuando llegué a Córdoba, tras muchas conversaciones con Rafa (Berges), mi sensación era jugar casi igual que el primer equipo y en ellas estábamos, con algunas diferencias por características de algún jugador, sobre todo a la hora de defender. Igual ese jugador tiene otros matices. Por ejemplo, yo tenía a Juan Guerra, que es centrocampista. Para mí tenía muy buenas características porque es muy buen llegador. Entonces el Córdoba igual tenía jugadores más del tipo Pepe Díaz, Patiño o Rennella y yo tenía este jugador, que puede parecer que por eso juegas completamente diferente. Y no es así. Al final, la característica de los jugadores te permiten amoldarte a ellos y hacer pequeños matices. Lo bonito de ser entrenador es eso: ver algo que a lo mejor puede salir y es una idea totalmente diferente a la que tienes y trabajar con ello. Y pensar que esa idea puede salir adelante es lo que me apasiona como entrenador.

-¿Con un sentido del fútbol más estético o más práctico?

-Varias cosas. Xisco, por ejemplo, ha metido 9 goles y tiene unas características muy determinadas. Luego habrá que actuar según las características de los jugadores que vengan, que se puedan amoldar a lo que es el Córdoba. En El Arcángel hay una sensación objetiva, y es que sea un jugador que tenga un corte que pueda gustarle al público. A la hora de buscar un perfil de jugador también hay que adaptarse a las necesidades del público. Eso es asumible. Creo que para mí es importante. El corte de jugador que busca el Real Madrid es diferente al que busca el Barcelona. Tengo la sensación de que hay un corte de jugador del Córdoba que el público ha estado con él en cierta manera, esas características pueden gustar y eso estoy buscando.

-¿Un jugador de carácter, más aguerrido o más técnico, de calidad?

-A ver. Yo, por ejemplo. Mi mayor virtud como futbolista era que competía bien, pero técnicamente no estaba tan bien, y yo lo asumo. Ha habido jugadores buenísimos y que el público ha estado encantado con ellos, y ha habido jugadores a nivel táctico, como Roberto Fernández o el Tano (Pierini) y el público estaba encantado. Había jugadores que no eran supercompetitivos pero daban un perfil brutal. Te hablo de Javi Moreno, superdesequilibrante... Esos jugadores también gustan. Entonces, en cada posición, se trata de buscar el perfil de jugador que interesa, que se adapte a lo que tú crees y a lo mejor ese jugador puede conectar con la gente, transmitir, y tiene ese fútbol que a nivel individual pues puede ayudarte.

-Pero este año, con la exigencia que hay lo del juego parece que pasa a segundo plano.

-Hoy todo el mundo está enamorado del juego de España porque gana más que antes. Y en la eliminatoria contra Italia del otro día si no marca el penalti... Hay mil formas de debatir el futbol. Soy de los que piensan que cuanto mejor intentes jugar y buscar la portería contraria más posibilidades tienes de ganar los partidos. Pero quiero que sea protagonista, que sea de buscar la portería contraria, de tener valentía.

-¿Cuántos fichajes harán falta?

-Es una pregunta imposible de responder . Van a venir caras nuevas. Hay que ver lo que va a pasar con los jugadores cedidos, con los jugadores que tienen contrato y el dinero, que está por encima de todo. Cada caso es un mundo.

-¿Un mensaje a la afición?

-La sensación que tengo a día de hoy, como está el Córdoba, es que hay que darle muchas cosas a la gente, para que luego pueda darte. Primero dar para luego ir recibiendo. Ojalá que lo que quiero hacer se pueda cumplir, porque el Córdoba se merece, a nivel institucional y de club todo, lo máximo a lo que pueda aspirar. Soy el responsable de la plantilla y si no puedo dar eso seré el primero en asumirlo y que venga otro a intentarlo. El fútbol es así.