La esperanza ha vuelto a El Arcángel. El optimismo llama a la ilusión, al igual que el mal rollo llamaba continuamente al fracaso. El Córdoba no ha hecho aún nada, como dice su entrenador, pero se ha puesto en el camino para hacerlo y, lo que es más importante, está cogiendo velocidad. Esta catarsis blanquiverde se puede observar desde dos perspectivas. La primera, la obvia. Si hace menos de un mes el conjunto blanquiverde veía la salvación a 14 puntos (13 más el golaverage), anoche durmió, exactamente, a mitad de distancia, siete. Continúa siendo un cacho importante, pero la forma de afrontarlo difiere mucho de la que se afrontó, hace un mes, la competición, por lo que el próximo mes se plantea no sólo con una sonrisa, sino con la convicción de que la utopía se está cambiando por la oportunidad. La otra mirada es colectiva. Todo lo que rodea a este nuevo Córdoba tiene como objetivo que el equipo crezca.

Desde la nueva propiedad hasta los que asisten a El Arcángel cada domingo, pasando por el día a día, por ese intermedio entre partido y partido que cada vez se hace más largo cuando hace no mucho se hacía demasiado corto, porque se temía. Ahora, desde hoy, desde el vestuario hasta los casi 16.000 que asistieron ayer al estadio cordobesista les queda muy lejos el duelo de Tarragona, lo que no deja de ser sino el síntoma de que este Córdoba no sólo está en el camino correcto, sino que tiene en su mano llegar a meta.

Sobre todo si se mira el encuentro ante el Lugo. Un Lugo ciertamente sorprendente. Los gallegos han marcado dos tercios de Liga caracterizados por buenas y rápidas transiciones en ataque (en las defensivas sufrían más últimamente), con tres nombres sobresalientes en las figuras de Fede Vico, Campillo e Iriome, y con un entrenador que siempre se ha destacado por su deseo de jugar el balón. El Lugo, ayer, no fue el Lugo. Mucho tuvo que ver el Córdoba en ello, porque los gallegos pararon a los blanquiverdes en la primera parte a base de faltas, dieciocho, algunas de ellas merecedoras de amonestaciones de las que Arcediano Monescillo se olvidó. Mostró tres en ese primer acto quedándose corto, aunque lo más llamativo para los gallegos es que, salvo los primeros 10 minutos, apenas aparecieron por las inmediaciones de Kieszek.

Uno de los méritos de este Córdoba es que compite. Juegue mejor o peor en ciertas fases, llegue con más asiduidad y esporádicamente por la meta rival o esté más o menos acertado, este Córdoba compite. Loureiro (vaya resurgir el de Pontevedra) respondía a una primera aparición de Fede Vico y antes del cuarto de hora Aythami perforaba la portería de Juan Carlos, pero el colegiado señaló un fuera de juego claro del canario en el tanto. El partido era de los de trabajar sin resuello y el Córdoba, olvidando dolorosos episodios pasados, no dimitió de él. Al contrario. Se fajó e intentó continuamente buscar a Juan Carlos. No llegó con claridad a las inmediaciones del exblanquiverde, pero también logró anular la conocida efervescencia de los tres mediapuntas rojiblancos. La diferencia, que los visitantes lo hicieron con excesiva brusquedad, no siempre castigada justamente.

Nada más salir de vestuarios, Fede Vico veía la segunda amarilla y Francisco no se amilanó. Metió a Ramón Azeez por Pita y, poco después, a Cristian Herrera por Iriome. Sandoval entendió que era el momento de mejorar la calidad en los últimos metros y, a pesar de restar aún más de media hora hasta el final, dio paso a José Antonio Reyes. Tras un nuevo gol anulado a Sergi Guardiola, que remató un espectacular centro de Loureiro, los locales aumentaron ligeramente la presión sobre el rival. Sergio Aguza, José Antonio Reyes, Álex Quintanilla y Javi Galán intentaron poner a prueba a un Juan Carlos que sólo tuvo que despejar de puños en una de las llegadas blanquiverdes.

Sandoval hizo entrar a Eneko Jáuregui por Loureiro en una clara declaración de intenciones y el vasco tuvo un buen remate de cabeza para anotar el primero, pero se le fue desviado. El Córdoba tocaba a rebato y echaba el resto. Un disparo de Aguza desde la frontal se marchaba ajustado al palo izquierdo de Juan Carlos y un golpe franco de Reyes se topaba de nuevo con el portero lucense. Pero en el 79’ el Lugo tuvo que doblar la rodilla. Una apertura de Javi Galán a José Antonio Reyes la culminaba el utrerano con un gran centro a la frontal del área pequeña, en donde la carrera y remate de Sergi Guardiola lograba el tanto del triunfo y el estallido de la grada de El Arcángel.

Por si fuera poco, Sasa Jovanovic se topaba con el palo dos minutos después y, además, Juan Carlos se lucía a renglón seguido con un doble disparo de José Antonio Reyes y Sergi Guardiola. Al menos el utrerano se mereció ese gol, no sólo por lo visto sobre el terreno de juego, sino porque su entrada consiguió elevar el nivel de calidad en los últimos metros de los blanquiverdes para conseguir el tercer triunfo consecutivo y hacerles soñar con la nueva final de Tarragona. Todo un regalo de Reyes.

Ficha técnica:

Córdoba: Kieszek, Loureiro (Jáuregui, min. 68), Álex Quintanilla, Aythami, Javi Galán, Edu Ramos, Aguza, Jovanovic (Caro, min. 83), Alfaro (Reyes, min. 55), Narváez y Sergi Guardiola.

Lugo: Juan Carlos, Leuko, Bernardo, Malagón, Kravets, Carlos Pita (Azeez, min.53), Seoane, Iriome (Herrera, min. 64), Campillo, Fede Vico, y Chuli (Barco, min. 81).

Goles: 1-0 (79') Sergi Guardiola.

Árbitro: Arcediano Monescillo (castellano-manchego), amarillas a Reyes y a Fede Vico (min. 32 y 46, por lo que fue expulsado), Juan Carlos, Kravets, Bernardo y Seoane.

Incidencias: Partido de la trigésima jornada de Segunda División, disputado en El Arcángel, ante 15.588 espectadores. Se celebró un minuto de aplausos y otro de silencio en memoria de Gabriel Cruz, el niño asesinado en Almería.