Si algo ha llamado la atención esta semana, mientras desde todos los ámbitos ajenos a la concentración se alimentaba la polémica sobre los colores republicanos de la nueva camiseta, ha sido el silencio de Gerard Piqué. El central del Barça, tan dispuesto siempre a expresar sus opiniones en las redes sociales, se ha abstenido en esta ocasión de pronunciarse sobre un tema que irrumpió desbocado el día de la llegada de los internacionales a la ciudad deportiva de la RFEF en Las Rozas el lunes pasado, hasta acabar desactivado completamente justo antes del partido contra Costa Rica que terminó con goleada (5-0). Respetar escrupulosamente la consigna de no echar más leña al fuego republicano de la camiseta con mensajes o declaraciones inconvenientes no le libró sin embargo de volver a escuchar pitos en La Rosaleda casi cada vez que tocaba el balón. También algunos aficionados que corearon su nombre, pero los abucheos se impusieron.

La iniciativa de la federación y de Lopetegui se ha traducido en un frente común de los jugadores para trasladar solo y exclusivamente que la nueva equipación es buena, bonita y ya se verá si acaba convertida o no en un talismán. Como dijo Busquets, si la Roja gana el Mundial, le gustará a todo el mundo. Y todos encantados, empezando por Adidas y siguiendo por Pablo Iglesias. De momento, en La Rosaleda apenas se vieron aficionados con la nueva camiseta. Si España vence y convence también ante Rusia el martes, igual las previsiones de la multinacional empiezan a cumplirse.