Han bastado apenas tres semanas de competición para que las alarmas se hayan disparado en la NBA y la competición empiece a tambalearse, alejado de la burbuja sanitaria de Disney World, en Orlando, donde pudo concluirse la pasada campaña con la final que llevó al título a los Lakers. Con cinco partidos suspendidos en un margen de 23 días, con una treintena de jugadores que han dado positivo por covid, con 13 equipos afectados de una u otra forma por el virus, algunos de ellos como Boston, Dallas, Miami y Philadelphia con serios problemas para reunir al mínimo de ocho jugadores exigido, la Liga estadounidense ha dicho basta y ha endurecido al máximo los protocolos sanitarios del campeonato para frenar los contagios y huir del fantasma de la suspensión de entre una semana y 15 días que estaba planeando como alternativa.

Esa sensación de urgencia llevó este pasado lunes a reunirse a todos los protagonistas, Sindicato de Jugadores, mánagers generales y propietarios para consensuar unas medidas de choque que eviten el cierre temporal de la competición. La nueva lista de medidas incluyen, por ejemplo, la prohibición de que los jugadores abandonen su casa o el hotel si juegan a domicilio durante las próximas dos semanas salvo que vayan a entrenar o a un partido, o excepto si es por circunstancias extraordinarias o actividades esenciales.

Además, antes y después de los partidos los jugadores deberán reducir al mínimo sus encuentros con jugadores del equipo rival y también limitarán sus saludos a golpes con el codo o con el puño. Se exigirá la obligatoriedad de las mascarillas en el banquillo, a la limitación de las reuniones en los vestuarios no superiores a 10 minutos, o o la previsión de asignar asientos contiguos en el banquillo a los jugadores que lo compartan en el avión.

Nuevo escenario

"Entiendes que las reglas que están poniendo son para el mejor interés de todos", apuntó ayer el pívot barcelonés Marc Gasol sobre las nuevas medidas tras la victoria de los Lakers en la cancha de los Rockets (100-117) aunque por otro lado, subraya la complicación adicional que afrontan los jugadores que tienen familia, como es su caso. "No puedes mantener a tu familia en casa: van a ir fuera, van a ir a jugar al parque, recibes paquetes en casa... Es difícil estar al cien por cien (seguro), así que hacemos lo mejor que podemos", indicó.

El nuevo escenario no se aleja demasiado de lo que pronosticaron muchas voces críticas contra la fecha de inicio del 22 de diciembre y contra el desarrollo fuera del campeonato fuera de una burbuja. Habían pasado menos de tres meses desde la final entre los Lakers y Miami en Orlando, el periodo de descanso más corto en la historia de la competición, demasiado poco para reponerse y preparar con garantías la nueva temporada. Pero, finalmente, las tesis económicas acabaron imponiéndose. Iniciar el campeonato en los mercados locales durante las fechas navideñas salvó unos 500 millones de dólares a las arcas de la NBA por los contratos televisivos, pero también ha limitado el descanso de los jugadores, aumentando la probabilidad de lesiones y exponiéndoles a más riesgos frente a la pandemia.