Fue de menos a más la tarde-noche cordobesa en El Arcángel y alrededores. Comenzó poco antes de las seis y media, cuando arrancó el Córdoba CF-Real Murcia.

Muchos de los algo más de 8.000 aficionados que se dieron cita en el coliseo ribereño esperaban en los vomitorios, buscando la sombra y resguardados del fuerte calor. Antes, en la previa, los cafés calentitos dieron paso al refresco o a la cerveza que prolongó el almuerzo. Había que refrescar el estómago y aliviarse en lo posible para la calurosa batalla que se avecinaba.

Se notó bastante que el termómetro rebasaba los 32 grados al inicio del partido. Los puestos vendieron más líquido que de costumbre y los abanicos vibraron de lo lindo. Más de uno seguro que rompió el suyo, y no fue para menos. Pero el calor se fue yendo, la presión del Real Murcia en el césped y en la grada -de alabar los más de 200 hinchas pimentoneros, que animaron sin cesar todo el partido- fue diluyéndose y la sonrisa fue apareciendo en las caras de los aficionados blanquiverdes. Antes de comenzar, eso sí, pitada muy sonora al presidente, Jesús León, al que también llamaron «tieso» cuando se retiraban los jugadores en el descanso. No hubo, como en la primera jornada, concentración antes del inicio del partido.

En la segunda parte algunas nubes y el paso de los minutos aliviaron bastante el ambiente, que pasó de tórrido a aceptable. Los abanicos volvieron al bolso.

DUELO DE AFICIONADOS

El ambiente fue por momentos muy vibrante en las gradas, especialmente tras el descenso. Los Brigadas Blanquiverdes aceptaron el reto de la afición del Murcia y sus gargantas alentaron a los jugadores del Córdoba CF cuando más hacía falta. Lo destacó Enrique Martín en sala de prensa, al acabar el partido. «El Arcángel es de Primera». Incidió en que la presión de la hinchada blanquiverde será vital para amarrar los puntos en casa, donde se parte el bacalao, o mejor dicho el chorizo.

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Los más hambrientos fueron deshaciendo el papel de plata de sus bocadillos. El mascar del pan con chorizo, la dieta recomendada por el técnico navarro para aguantar sin desesperar en Segunda B, se hizo sonoro en las gradas. Algunos ya esperaban al término del partido para unirse a sus amigos y familiares en los aledaños de El Arcángel. Porque el fútbol no lo es todo, y un partido discreto pero con victoria hay que celebrarlo. Cuando salían los periodistas veloces rumbo al coche decenas de barbacoas comenzaban a encenderse. Los peroles nocturnos iniciaban su curso en una noche que fue larga para algunos, y que dejó a todos los cordobeses con el estómago lleno.

A falta de grandes partidos, el equipo amarra los puntos en casa y el cordobesista se marcha a la cama saciado. Tiempo habrá de degustar jamón o salmón. Mientras tanto, bocadillo de chorizo, barbacoa cuando acabe el partido y a juir. La Segunda B ofrece otro menús y parece que el aficionado blanquiverde está dispuesto a degustarlos.