Marc Soler (24 años) es un ciclista de Vilanova i la Geltrú al que parece que le cueste sonreír. Y si da esta sensación es más por timidez que por la alegría que le ha supuesto este domingo imponerse en la París-Niza, una de las carreras de una semana con mayor prestigio y perigrí del calendario internacional.

Ganó Miguel Induráin dos veces la llamada ‘Carrera del Sol’ (1989 y 1990). Y cuando lo hizo, como ahora Soler, era más una promesa que el corredor consagrado que luego ganó cinco Tours consecutivos. También triunfó en Niza Alberto Contador, en una época en la que ya había dado muestras de su calidad, unos meses antes de su primera victoria en el Tour (2007), luego repitió triunfo (2010) tras saborear el mismo jersey amarillo, pero con todo su esplendor en los Campos Elíseos. Luis León Sánchez, líder de la prueba hasta el sábado, se impuso en la edición del 2009.

Ya no es una promesa

Soler, desde este domingo, ya no es una promesa. Porque un ciclista que se atreve a atacar a 50 kilómetros de la meta, revolucionar la última etapa, poner en jaque al líder de la general (Simon Yates) y tratar de tú a tú a los hermanos Ion y Gorka Izagirre (este último tercero de la general), no es una promesa si no una realidad del ciclismo mundial.

Corre en un equipo, el Movistar, en el que precisamente no están necesitados de estrellas, con Alejandro Valverde, Mikel Landa y Nairo Quintana, a los que se habrá de manejar con pies de plomo e inteligencia ciclista durante el próximo Tour, al que, salvo sorpresa, también acudirá Soler, aunque allí irá a aprender y a trabajar, algo tnecesario, algo lo que hizo Induráin cuando se convirtió en el gran guardián de Pedro Delgado.

Atacar, atacar y atacar

Soler aprovechó la última etapa de la París-Niza, por los montes que rodean a la capital de la Costa Azul, para demostrar la vieja filosofía del gran ciclismo, del de toda la vida, en el que no cuentan ni las tácticas de equipo ni el azote de bloques compactos, como por ejemplo el Sky en el Tour, cuando pone un ritmo infernal que impide escapadas y que, a veces, provoca cierta sensación de tedio entre los aficionados. Atacar, atacar y atacar; sin mirar atrás, sin importar caer derrotado en el intento, tal como hizo Contador los dos años anteriores, aunque sin la suerte que ahora ha acompañado a Soler. Ganó por solo 4 segundos, los que le faltaron a Contador en Niza para tener al menos una victoria más en la carrera.

"Esto es un sueño porque nunca jamás había ganado una carrera World Tour. Lo he conseguido porque he atacado de lejos. Y eso que el sábado había cedido más tiempo del esperado". El sábado perdió la posición de podio, bajó a la sexta plaza, pero no perdió las opciones de dar la sorpresa y ganar en el jersey amarillo.

Victoria de etapa para De la Cruz

Si Soler venció en la general, otro catalán, David de la Cruz se impuso en la meta, al derrotar al ciclista vasco Omar Fraile. Ellos dos acompañaron a Soler en la escapada decisiva de la carrera. en el 2017, De la Cruz, este año en el Sky, también conquistó la última etapa de la París-Niza. Entonces, como ahora, se fugó en compañía de Soler. Los dos acompañaron a Contador. Hoy, Contador ya es historia del ciclismo, pero si se mira en un amplio futuro aparece un relevo que, sin duda, lidera Marc Soler, con un amplio margen de mejora y de victorias en los próximos años.