La primera parte del Atlético en Vitoria fue un tedioso trámite que terminó sin ningún disparo a puerta. Con los cambios, tras el descanso, reaccionó y encontró un gol de Morata que le dio un triunfo momentáneo a un plan ya conocido, pero apareció Lucas Pérez para hacer un golazo que hizo justicia y enfrenta a la realidad las aspiraciones de los de Simeone.

El Atlético replicó sin variantes el plan del Alavés: juego directo con balones largos y sin cabida para el error en campo propio. No hubo creación en la medular, solo balones divididos y pelea, mucha pelea.

Ninguno de los dos equipos propuso más que presionar y buscar el error del rival, pero el partido avanzó sin llegadas peligrosas ni elaboraciones meritorias, solo choques en el centro del campo. Se cayeron del once rojiblanco Koke y Thomas y el Atlético no solo no encontró un jugador que pusiera criterio en el partido.

La desesperación de Simeone fue creciendo al ritmo que el Alavés ganaba metro en la pelea cuerpo a cuerpo que era el duelo. En ese partido de trinchera que propusieron los vascos, con Lemar desconcertado y Costa en un combate singular con Laguardia, creció el equipo de Garitano con el faro del trabajo de Lucas Pérez en punta, pero no llegó hasta Oblak.

El Atlético tampoco visitó los dominios de Pacheco antes del descanso, sin profundidad, sin creatividad y sin presencia ofensiva. El balón parecía un elemento extraño en los pies de un Atlético sobrepasado por el ritmo trepidante de los alaveses.

La solución de Simeone al descanso fue Thomas, por Llorente, más madera para el incendio, más capacidad física para insistir en el plan de choque. Le costó diez minutos de tentativas de peligro para un Alavés que no veía reflejado en ocasiones su superioridad momentánea, pero llegó la primera ocasión atlética, de Lodi tras un pase de Herrera, y el equipo de Simeone empezó a crecer de la mano del dominio del balón.

El partido cambió, el Atlético se hizo con los mandos, Lodi frecuentó campo rival y Simeone, desde el banquillo, mandó un mensaje ofensivo: Morata por Herrera, a media hora del final. El Alavés no se replegó y presentó batalla sin complejos, con espacios a su espalda para correr.

La reacción de Simeone fue atar de nuevo al equipo: quitó a Costa para sacar a Koke y, en la jugada siguiente, producto de un balón largo, Morata se presentó solo ante Pacheco y marcó un gol que hizo bueno el plan atlético, pese a las dudas y al tedioso juego.

Se descosió unos minutos el Alavés, tuvo el segundo Morata y también Correa; pero Lucas Pérez tenía reservada una jugada imparable. Recibió un balón de espaldas, en el flanco derecho, se deshizo de dos rivales y encontró el gol en el palo más alejado de Oblak con un chut inapelable.

El final fue una tensionada búsqueda de un Atlético desesperado que no volvió a inquietar a Pacheco.