Seis kilómetros de hermosas trochas de montaña llevaron a Blanca Fernández Ochoa hasta la muerte, en un canchal granítico, pelado, ventoso y bajo uno de los miradores más hermosos de la Sierra del Guadarrama, el de La Peñota, entre los términos de Cercedilla y Los Molinos (Madrid). Su última excursión acabó en una caída que la autopsia debe determinar si fue fortuita.

A media tarde de este miércoles, un helicóptero subía hasta el lugar del hallazgo para llevarse el cuerpo de mujer hallado este mediodía en el Collado del Rey, que hace de balcón colgado hacia el sur. Su destino ha sido el campo de fútbol de la Cercedilla, desde donde han sido transportados los restos a la sede del Instituto Anatómico Forense de Madrid para la práctica de una autopsia.

Aunque tanto la delegada del Gobierno en Madrid, Paz García Vera, como el consejero de Interior, Enrique López, han querido mantener la máxima prudencia «en beneficio del rigor» y no dan oficialmente por identificado el cadáver hasta un dictamen forense, los famililares y los miembros del operativo de búsqueda no dudan de que se trata del de Blanca Fernández Ochoa.

Se lo temían los familiares ya desde primera hora de la tarde, al poco del hallazgo, por las preguntas que, desde monte arriba, les hacían los investigadores que examinaban el cuerpo. «¿Llevaba un cordoncito de cuero?» «¿Tenía una salamandrita tatuada en un tobillo?». Todas han tenido una triste respuesta afirmativa.

POSIBLE CAÍDA / Los restos presentan golpes propios de una caída, pero no de una precipitación desde una altura, informan fuentes policiales no oficiales, y se encuentran en una zona de grandes y empinadas cuestas de piedra que, según las primeras interpretaciones de la escena del hallazgo, se pudieron volver muy resbaladizas bajo las lluvias caídas en la zona los pasados domingo 25 y lunes 26.

De ser cierto, se cumpliría lo que se temía Lola Fernández Ochoa, hermana pequeña y su vivo retrato: «A mi hermana le ha pillado la tormenta y le ha pasado algo», especulaba ante los medios el pasado lunes al volver de una ruta de búsqueda de la desaparecida, a la que se había llevado como amuleto «la garrota» que usaba Blanca para pasear por el monte. El lugar del hallazgo se encuentra a dos horas de marcha a pie desde el aparcamiento de Las Berceas, en Las Dehesas de Cercedilla, donde apareció el coche de la desaparecida correctamente aparcado. En el vehículo dejó Blanca unas chanclas. Se cambió de calzado para emprender su última excursión a las montañas que amaba tanto como las del Valle de Arán, donde perfeccionó su esquí.

A los picos madrileños acudía de vez en cuando a refugiarse apartada de todo. Pasando junto al pico llamado el Montón de Trigo, es una ruta deportiva de 10 kilómetros. Por la trocha más recta del Valle de la Fuenfría, como sospecha familiares suyos, son seis kilómetros. Y nada de rappel, nada de escalada, solo caminata.

EL OLFATO DE XANA / Una perra de la Guardia Civil halló el cadáver. Se llama Xana, es una pastora alemana de tres años, que está en activo en la escuela de la Unidad Cinológica del instituto armado, con sede en El Pardo (Madrid). Su guía, el sargento Fran de la Guardia Civil, libraba hoy. Después de que un testigo refiriera a la Policía que se había encontrado con Blanca el día 24 y le había dicho que se iba a andar por La Peñota, el sargento se animó a salir al monte ayer por la mañana acompañado de un amigo civil. Los dos salieron desde el término de Los Molinos, localidad vecina de Cercedilla. Un equipo de rescate pasó no muy lejos del lugar el pasado lunes, pero no por el collado preciso al que, ayer, a 1.660 metros de altitud, se lanzó Xana como una flecha. Y para la tarde de ayer tenía el operativo de búsqueda programado pasar de nuevo por allí. Un perro, como especulaban los expertos, ha sido la clave para el hallazgo.

Y en una zona que para los senderistas y los ganaderos no es demasiado apartada, ni mucho menos inaccesible. Los vecinos de la zona se quedan extrañados al conocer el lugar del hallazgo: era donde menos se esperaba la búsqueda profesional, las de los GEO de la Policía y los guardias civiles de montaña, enfocada en los escarpes de Siete Picos, la pared que cierra por el norte el valle.

LOS FAMILIARES / El cuerpo fue hallado cerca de la raya de Madrid con Castilla y León. La familia se quebró al recibir la noticia, especialmente Lola y Luis Fernández Ochoa. Ante los medios, los guardias y los policías del operativo mantuvieron la actitud de entereza de la que habían hecho gala estos días; en privado, se rompieron tras un muro de psicólogos del Samur Social y dos policías que impedian el paso a los ajenos.

Del sufrimiento de los Fernández Ochoa saben las paredes de la parte de atrás del Hostal Casa Cirilo, un histórico de la zona, el último alojamiento montaña arriba, que regentan unos primos de la fallecida. Enfrente se había instalado la base de búsqueda, y un enjambre de cámaras. Detrás, Luis, el mayor, se abrazaba a su gente emocionado, apenas tapado por un macetón de begonias.

Y, sin embargo, de nuevo ha mostrado la familia su estoicismo cuando, según fuentes municipales, desde el Ayuntamiento de Cercedilla les han preguntado si querían que se suspendieran las fiestas patronales del pueblo que, casualmente, comenzaban a las 21 horas de ayer con un pregón. La familia, por boca de Chus, la viuda del campeón olímpico Paquito Fernández Ochoa, pidió que no se suspendan.

El Consistorio se reunía para decidir la extensión del luto oficial cuando un furgón partía del campo de fútbol de Cercedilla con los restos de Blanca, a apenas dos kilómetros de donde se alza, en la Plaza Nueva, una estatua que inmortaliza a Paquito con los brazos en alto celebrando su medalla de Saporo’72. En el 2006, cuando murió el esquiador, el Ayuntamiento decretó tres días de luto. Falta por saber cómo se cayó Blanca.

Lola (i), la hermana de Blanca Fernández Ochoa, tras confirmarse que el cadáver encontrado este miércoles por la Guardia Civil en la zona de La Peñota de la sierra madrileña es el de la ex esquiadora. Foto: EFE / DAVID FERNÁNDEZ