Decía Johan Cruyff que cuando vas ganando 4-0 y quedan 10 minutos de partido no hay nada mejor que tirar el balón al palo un par de veces para que el público grite “¡ooooh!”. Y añadía: “Siempre me ha encantado el sonido que hace la pelota cuando da con fuerza en el poste”. Cruyff era un genio y sabía que las expectativas de la gente que acude al estadio de fútbol van mucho más allá de ver ganar a su equipo con un gol marcado de cualquier manera. Leo Messi también lo sabe. Y se hace difícil no pensar que el argentino tenía la frase del profeta en la cabeza cuando el miércoles, con 0-2 en el marcador, envió en apenas cinco minutos dos balones al palo derecho de la portería defendida por Hugo Lloris en dos jugadas prácticamente calcadas. La impresión se vio además reforzada cuando, en un momento de necesidad -muy poco después del gol de Harry Kane que parecía devolver al Tottenham al partido-, Messi volvió a repetir el lanzamiento y esta vez sí lo embocó dentro.

Así de tiránico fue el gobierno que el astro rosarino ejerció sobre el choque disputado en Wembley, en el que el 10 dio en todo momento la impresión de poder mover a los dos equipos a su antojo. Las estadísticas son solo un pálido reflejo de su incidencia en el juego, pero sirven como indicativo. Messi chutó seis veces a portería, y las seis fueron entre los tres palos: dos acabaron en gol; otras dos, ya se ha dicho, se estrellaron contra el poste, y dos más fueron repelidas por el portero o sus defensas. Tuvo 96 intervenciones y completó 65 pases, con un 85.4% de eficacia. Recuperó cinco balones y fue objeto de falta en tres ocasiones. Y ejerció de capitán antes, durante y después del encuentro: marcando la pauta del juego, corrigiendo la posición de sus compañeros, tomando la palabra ante los micrófonos...

"El mejor de todos los tiempos"

“No hay nada de qué avergonzarse cuando pierdes ante un jugador tan grande”, comentó Mauricio Pochettino después del partido. Así lo entendió también la afición del Tottenham, que aplaudió con admiración sincera algunas de las últimas jugadas del argentino antes de marcharse a toda prisa del estadio para que no le cerraran la Metropolitan Line del metro. Nadie lo resumió mejor que el exfutbolista inglés Alan Shearer, máximo anotador histórico de la Premier League: “Messi es el mejor de todos los tiempos. Goles. Habilidad. Trabajo. Actitud. Un artista”.

Una actuación individual tan destacada podría haber ido en detrimento del juego colectivo, pero en el caso del 10 azulgrana suele suceder exactamente lo contrario: el despliegue de Messi mejora casi siempre al equipo. Lo ilustra de manera ejemplar la jugada que en el minuto 55 dio origen al tercer gol del Barça, que llegó en un remate del rosarino después de 22 pases, con intervención de casi todos los jugadores de campo.

De esos 22 pases, seis salieron de las botas de Arthur. Y no fue un hecho aislado. El joven centrocampista brasileño, la gran apuesta de Ernesto Valverde para la cita de Wembley, se hartó de repartir balones entre sus compañeros -sus 70 pases, con un 90% de eficacia, fueron la cifra más alta registrada en el partido del miércoles-, y lo hizo además con un recital de gestos técnicos en los que era imposible no advertir la influencia de un tal Hernández. “Una noche increíble en Londres”, escribió luego Arthur en las redes sociales, como si acabara de llegar de una despedida de soltero.

La advertencia de Deschamps

La principal víctima de la irrupción del Xavi de Goiás (aparte de los Spurs, claro) fue el francés Ousmane Dembélé, que se quedó en el banquillo y ve ahora amenazada la continuidad que había conseguido esta temporada en las alineaciones de Valverde. Su suplencia fue en parte compensada por la llamada del seleccionador francés, Didier Deschamps, que alabó las virtudes del extremo azulgrana pero consideró conveniente darle un toque de atención: “Está haciendo un gran inicio de temporada con el Barcelona y marcando goles, pero tiene margen de progresión en un equipo en el que tiene mucha competencia. […] Creo que todavía no es consciente de toda la exigencia que supone la élite”.

Las conclusiones que habrá sacado el técnico azulgrana del partido del miércoles empezarán a verse el domingo en Mestalla, donde al Barça le espera otro 'test' de especial exigencia ante el Valencia. Luis Suárez, que acabó el choque con molestias en la rodilla derecha, está pendiente de pasar unas pruebas médicas para descartar una posible lesión.