Antes que nada, habrá que resaltar lo poco bueno que dejó el Córdoba en su cuarto compromiso liguero. Dejó la portería a cero, por fin, por lo que la media de goles encajados baja, aunque a una cifra todavía insultante: 2,5 por encuentro. También dejó algún detalle en la primera mitad, unos 25 minutos en los que manejó algo de balón, tuvo alguna oportunidad y mantuvo la ilusión hasta el descanso de que podía ganar. También se descubrió que hay portero: Carlos Abad hizo una parada abajo, cuando quedaba muy pocos minutos para el final, con la que salvó al conjunto blanquiverde de la derrota. Asimismo, se vieron detalles: de Erik Expósito, de mejoría en Javi Galán, de medio pasito adelante de Álex Vallejo y... pare usted de contar, porque la primera preocupación, antes de valorar a la plantilla en sí, habría que hacerla con una pregunta: ¿Se ha visto al equipo, tanto grupal como individualmente cercano al 100% de su hipotético rendimiento? Hasta ahora, la respuesta es negativa. Entre otras cosas -hay que insistir, por desgracia-, porque físicamente este Córdoba continúa ofreciendo dudas, sobre todo para quien se repase el segundo acto de ayer en El Arcángel.

Tampoco tácticamente. Hay que empezar por la convocatoria de José Ramón Sandoval. Una lista en la que se caían varios nombres de peso y otros que habían tenido la titularidad recientemente. Cosas, quizás, de ese aspecto camaleónico del que habló el técnico blanquiverde antes de iniciarse la Liga. El caso es que los 18 generaban dudas. Si el equipo se ponía por delante y llegaba justo en el marcador en la fase final del encuentro, ¿quién iba a salir? Entre Loureiro y Luis Muñoz bien pudo entrar Bambock. Si la opción de ataque era Piovaccari por Erik Expósito, ¿las otras eran el juvenil Andrés Martín y el recién llegado De las Cuevas? Hombres hay en la plantilla, que bien pudieron entrar en los elegidos y que, además, daban cierta polivalencia. Unas opciones que, posiblemente, luego echó en falta el propio equipo. Quién sabe.  El caso es que la convocatoria se dispuso en un cara o cruz... y salió canto.

Porque el Córdoba utilizó su tercer esquema diferente en cuatro jornadas. En esta ocasión tocó el 1-4-1-4-1 (nada de 1-4-3-3), con un Álex Vallejo por delante de la defensa que fue el mejor de los suyos ante los alfareros. Eso, mientras el equipo tuvo cierto orden, en ese primer acto en el que durante casi media hora generó varias ocasiones pero sin suerte en los últimos metros. Mientras la respuesta física fue mínimamente decente, el conjunto blanquiverde recuperó e intentó fabricar. Cierto que de manera algo atolondrada, también peleando más las disputas de lo que se comprobó en las primeras tres jornadas, pero se ve que hay a quien no se le puede pedir por ahora más. La profundización en el sistema -curioso, cuando se ha cambiado de esquema en tantas ocasiones en tan poco tiempo- deberá esperar otras ocasiones. Por lo pronto, en lo que a actitud de los que estaban en el verde, poco más se le puede pedir a este Córdoba. Algo más de físico y mucho más de ideas, sí que sí, pero ante un Alcorcón que tampoco va sobrado en nada sufrió mucho en la segunda mitad. Si en la primera, el Córdoba tuvo opciones a través de Alfaro (min. 9), Javi Lara (min. 11), Jovanovic (min. 34) y, finalmente, con otro centro de Lara que envenenó Bellvís (min. 43), tras el descanso ya se vio que la cosa cambiaba. Y mucho.

Ni este Alcorcón ni sus predecesores han sido equipos goleadores. De hecho, en las dos últimas campañas ha sido el segundo y el cuarto equipo menos goleador del campeonato. Y tiene pinta de que seguirá sufriendo en esa faceta, ya que anoche tuvo en esos 45 minutos varias ocasiones para desnivelar el marcador. Nono, en dos ocasiones seguidas (min. 51 y 55) se quedó solo en el segundo palo. En la primera no llegó por centímetros y, en la segunda, su volea se estrelló contra el lateral de la red. Volvió a repetir el extremo desde el punto de penalti, en un remate acrobático (min 63), cuando ya era oficial que el Córdoba tenía un problema. De nuevo. Un equipo que se abría paulatinamente más a cada minuto que pasaba, que se desordenaba, que era incapaz de mantener la posesión y que tenía que dar por bueno el empate cuando aún quedaba media hora de encuentro por delante. El problema es que entró Víctor Casadesús y los alfareros continuaron merodeando el área cordobesista. Álvaro Peña, dentro del área, disparó alto (min. 75) cuando ya estaba claro que los cambios no habían servido de nada al dueño del terreno de juego.

De hecho, la mejor ocasión del encuentro llegó en el último minuto, con un disparo abajo de Víctor Casadesús que se encontró con la manopla salvadora de Carlos Abad. Al Córdoba, en esa última media hora se le contó una buena contra que murió en el borde del área y terminó en saque de esquina y en un centro de Fernández que no supo rematar de volea Andrés Martín en el segundo palo (min. 83).

Tuvo alguna llegada más el Alcorcón, incluso con polémica, pero el partido se murió con un Córdoba incapaz de meter una marcha más para intentar volcarse sobre la meta de un casi inédito Dani Jiménez.

Por lo tanto, muchísimo trabajo aún por delante. Primero, porque lo camaleónico no deja de ser un simple cambio continuo de esquema, con lo que queda, en realidad, en una lagartija que no para de moverse de un sitio para otro, siempre del mismo color, obviamente. Y en lo que a profundización se refiere... Mejor no entrar en demasiados detalles, porque visto lo de anoche, ni tan siquiera se ha rascado la superficie. Ojalá que la decisión de ayer de no casarse con nadie alcance absolutamente a todos.