Como si no pasara nada, como si la planificación estuviera diseñada al detalle, con sus entrenamientos dosificados, sus partidos amistosos en los momentos idóneos y el estimulante incentivo de un calendario con sus fechas clave acelerando el pulso de los protagonistas y los aficionados. No es fácil el día a día en el deporte profesional -por más que la Federación hurte esta etiqueta a una realidad- de la Primera División de fútbol sala, la "mejor liga del mundo" que ahora mismo es un absoluto disparate ambulante.

Que se lo pregunten a Josan González, al que le bulle la sangre por empezar a ejercer en el Córdoba Futsal Patrimonio de la Humanidad el mayor desafío de su carrera en los banquillos. El covid-19 golpeó con saña todos los planes que traía en la carpeta cuando llegó al club de su tierra -es natural de Puente Genil- a falta de cinco jornadas para el final del campeonato 19-20. No tuvo ni siquiera la ocasión de estrenarse. El coronavirus lo paró todo. Ahora, con toda la plantilla al completo, lleva tres semanas de trabajo en Vista Alegre. El campeonato iba a iniciarse el 5 de septiembre, pero esa fecha es inviable. Esta semana, siguiendo la estela de la mayor parte de los clubs, el cordobés determinó que no iba a disputar ni un solo partido amistoso hasta que no hubiese un protocolo anti-covid.

¿Cómo lo lleva? Pues como puede. "Está discurriendo más o menos por los cauces que tenemos controlados, aunque después de tanto tiempo parados se producen más molestias físicas, pero lo importante es llegar bien al inicio de la temporada; nos están echando una mano importante los chavales del filial", ha relatado sobre el transcurso de la preparación. Intenta mantener un escudo en el grupo para mantener alto el nivel de motivación, pero los contratiempos son contínuos. Un deportista sin competición no solo pierde tono muscular. "Desde que conocimos que no se iban a disputar los partidos amistosos hemos remodelado el plan y trabajaremos en en ese aspecto hasta que haya nuevas órdenes", relata el pontano, que admite que resulta complejo sostener el ánimo colectivo en estas circunstancias.

"La suspensión de amistosos y el no saber cuándo realmente se va a iniciar la competición, obviamente, es un problema muy grave", manifiesta el técnico, quien conoce bien los entresijos de la maquinaria de los clubs -llega desde un clásico, ElPozo Murcia, en el que estuvo varios años- y apunta que los efectos de esta enrevesada situación se sienten como la carcoma. "No solo en el aspecto deportivo, sino a nivel estructural del club, que está sufriendo esa incertidumbre y los problemas que ocasiona. Nosotros lo que podemos hacer es seguir trabajando, focalizándonos en lo que nos toca, y lo poco positivo de la situación es que tendremos un poco más de tiempo", dice.

Solo saben que no será el día 5. La RFEF, organismo del que depende el fútbol sala -con una agria relación con la Liga Nacional de Fútbol Sala (LNFS)-, ya dejó claro que informaría con un mes de antelación del inicio de los campeonatos. Antes ha requerido a las instituciones para un plan transversal en el que cada comunidad autónoma tendrá que decidir cómo actuar. "Es importante que no se demore demasiado, porque el hecho de no tener un plazo ni fechas fijas puede hacer que se caiga en una especie de desmotivación no solo en jugadores sino en todo, desde los clubs hasta las aficiones", advierte Josan González.