Javier Tebas recurrió el lunes a una treta de su propio manual de supervivencia. Con todos los ojos puestos en la gala del Balón de Oro, el presidente de LaLiga, al igual que hiciera en el 2016, anunció su dimisión para iniciar un prematuro proceso electoral que le permita renovar el cargo. Sin apenas tiempo para organizar una oposición, la reelección parece segura e inminente, quizá antes de que concluya el año. Lo hará en medio de una tensión continuada y pública con la Real Federación Española de Fútbol que preside Luis Rubiales y también en un momento en que su relación con el Real Madrid y el FC Barcelona es más tirante que nunca.

Tebas cuenta con el apoyo fiel de la mayoría de los clubs de Primera y de Segunda A, que conforman la Liga Profesional. El dinero que les reparte desde hace años gracias a la comercialización centralizada de los derechos de TV ha lubricado grácilmente ese respaldo. Pero si esos derechos valen lo que valen es en un 60 o 70 por ciento debido a la presencia de los dos grandes, curiosamente con quienes más enemistado está. El voto de Barça y Madrid, no obstante, pesa tanto como el de los demás. Tebas para largo, pues.

COMPETIDOR DIRECTO

Más allá de la caricatura de personaje excéntrico y lenguaraz, las dos entidades han topado con un dirigente que, a su gusto, parece comportarse de una forma plenipotenciaria en los últimos tiempos. Tanto en el club azulgrana como el blanco se han hartado de las actuaciones unilaterales del máximo dirigente de la patronal, que eso es en realidad LaLiga, y lamentan que actúe a menudo sin preguntar a los clubs a los que debería servir, e incluso que adopte decisiones que ambas entidades consideran que les causa un perjuicio inmediato. Paradójicamente, ven a su patronal como un competidor y en diferentes esferas.

LA ÚLTIMA ASAMBLEA

El descontento de los dos grandes se visualizó en la última asamblea que aprobó las cuentas de LaLiga. De los 42 clubs, 38 votaron a favor y tanto Barça como Madrid se pronunciaron en contra. No tanto porque les disgustaran los números, sino como expresión de una enmienda total a una gestión. El otro episodio reciente que ha agravado el distanciamiento se produjo a raíz de la decisión de Tebas de solicitar por su cuenta, sin consulta previa a nadie, ni a los clubs afectados, el aplazamiento del Clásico que se disputará ahora el 18 de diciembre.

El divorcio con el Madrid se ha explicitado más que con el Barça, aunque en ambos casos viene de lejos. Florentino y Tebas se han tirado los trastos a la cabeza públicamente en diferentes ocasiones y mantienen de hecho varios litigios judiciales. El Barça, como el Madrid, se ha indignado por su estrategia de patrocinios, en ocasiones entrando en directa competencia con los dos clubs. O por la comercialización de los derechos de TV y la falta de información al respecto, dando pie a acusaciones sobre si Tebas opta de verdad por el mejor postor. O que en mercados estratégicos como EEUU apueste por operadores que emiten en cerrado y solo para audiencias minoritarias.

Hay más motivos de pleito. LaLiga de Tebas también ha empezado a abrir escuelas de fútbol, compitiendo con las que muchos clubs inauguran por el mundo y que es una relevante fuente de negocio. Se ha inmiscuido en el fútbol femenino, dispuesto a financiar con el dinero de los clubs, cuando eso es potestad de la Federación de un Rubiales al que parece detestar.

FIN AL RESPALDO

No siempre esa relación fue tan crispada. Desde el FC Barcelona se alabó durante muchos años la gestión de Tebas pese al perfil excesivo del personaje. Se apreciaba que fuera capaz de enderezar el negocio de LaLiga, de imponer un control económico en todos los clubs muy necesario, de expandir la marca de la competición y su comercialización exterior, de luchar con eficacia contra la piratería… Fue tan reconocida su gestión que incluso la liga italiana quiso contratarlo para que saneara su competición. Lo aprovechó para arrancar, con la aprobación general de los clubs, incluido Barça, un aumento sustancial de sueldo.

Ahora se aparta para esprintar y hacerse con la reelección pese a que en otros tiempos indicara que solo quería permanecer cinco años en el cargo. Lleva desde el 2013. Lo hace, dice, para sentarse en la mesa de negociaciones, por ejemplo para la renovación de los derechos audiovisuales del trienio 2022/2025, sintiéndose fuerte. A muchos clubs les gustará su reelección, de producirse. Pero seguro que nada a dos en concreto. No consta que hayan maniobrado conjuntamente para impedirlo. Posiblemente, justo lo que se proponía Tebas.