Fue un regalo de reyes. Jorge Prado (Lugo, 5 de enero del 2001) nació la noche de los Magos. Ahora que está tan de moda asombrarse por la manera que el equilibrista Toni Bou (Montesa Honda) y el portentoso Marc Márquez (Honda) conquistan sus victorias y acumulan títulos, no estaría de más recordar que Prado está considerado, por el mundo del motocrós, como el mayor prodigio del nuevo siglo.

Este joven volador es el actual campeón del mundo, con solo 18 años (perdón, ya lo fue con 17) de la categoría MX2, la sala de espera de los grandísimos campeones. Prado, que el domingo volvió a arrasar en Loket (República Checa) ganando las dos mangas del Mundial (lleva 22 triunfos de 26 posibles), solo ha perdido en Inglaterra, donde no pudo competir por lesión; una manga, en Francia, que le ganó el belga Jago Geerts, de 19 años; y otra manga, en Indonesia, en la que le venció Thomas Kjer Olsen, el segundo del Mundial al que Prado le saca ya 90 puntos, casi dos victorias.

POR EL NIÑO, LO QUE HAGA FALTA

Lo de Jorge, perdón, lo de la familia Prado García, lo de papá Jesús, mamá Cristina y la pequeña Cecilia (a mí no me gusta nada el motocrós pero yo, por mi hermano, hago lo que sea), es, sino digno de alabar pues igual a muchos les parecerá una auténtica locura (sí, no me extrañaría que alguien piense que estamos como una cabra, dice Jesús), necesario de explicar.

Cuando Jorge tenía 10 años y, por vez primera en la historia, una marca, la fabulosa KTM, se atrevió a contratar al primer niño-campeón, los Prado García desmontaron su casa gallega y se instalaron en un pueblecito, llamado Lommel, en la frontera entre Bélgica y Holanda. Bélgica es, ya saben, la meca del motocrós. Ahora, mamá y Cecilia viven en Lommel y papá y Jorge, cerca de Roma, donde Carlo de Carli, el gran gurú de la especialidad, tiene su equipo.

Prado empezó jugando con una moto de trial que le compró papá. En cuanto se pasó al motocrós, se convirtió en el puto amo. A los 7 años, ganó su primera carrera; a los 8, ya era campeón de Madrid; a los 9, campeón de España; a los 10, campeón del mundo de 65cc; a los 15, hizo podio en su primer GP de MX-2 (Assen-2016), frente a pilotos tres, cuatro y hasta cinco años mayores que él; a los 16, ya ganó su primer GP de MX-2, en Trentino-2017, y, a los 17, se proclamó campeón del mundo.

LA ADMIRACIÓN DE MÁRQUEZ

Yo empecé haciendo motocrós y tengo una especial debilidad por este espectacular deporte, aunque tengo que ir con cuidado porque es peligroso, comenta Márquez. Que Jorge haya conquistado, tan joven, este título es importantísimo para nuestro motociclismo y, sobre todo, es la recompensa que se merece una familia y un niño que lo arriesgaron todo para cumplir ese sueño. Debemos estar todos muy orgullosos de su comportamiento.

Junto a Márquez está su amigo, ayudante y sparring en los entrenamientos, José Luis Martínez, excampeón de España de motocrós. Yo cada año hago un par de cursillo de motocrós en Castellolí. Y, hace ocho años, cuando Jorge tenía 10, su padre lo inscribió en una de esas concentraciones. Y, la verdad, nada más ver como aquel renacuajo ponía la moto en marcha de una patada precisa y potente, llame a mi padre y le dije papá, por favor, no le saques el ojo de encima a ese mocoso. Y puedo jurar que tanto mi padre como yo, que hemos visto de todo en este mundo, no habíamos visto nada igual. Era un portento.

RECONOCI,econocimiento mundial

Prado no tenía rival, el pasado año (y tampoco éste), cuando dejó admirado a todo el mundo en el campeonato MX2. Ahora, claro, es mucho mejor de lo que era el pasado año, pero no porque técnica y físicamente haya mejorado muchísimo, que también, sí, porque ahora lo tiene todo bajo control y es sumamente metódico a lo largo de todo el fin de semana, explica Diego Muñoz, manager del prodigio gallego, que acaba de renovar con KTM para, la próxima temporada, aspirar al título grande.

El belga Stefan Everts, diez veces campeón del mundo, todo un mito, está convencido que estamos frente al muchacho que marcará el futuro del motocrós mundial, porque Jorge es un prodigio y aprende muy, muy rápido. Eso sí, Everts cada vez que ve a Prado, y es muy a menudo, le dice siempre lo mismo: Jorge, tienes que ser una roca como lo fui yo, y serás el mejor.