Alguien que suma cinco títulos mundiales con 24 años no debería de temer por su cuarta conquista en cinco años en la categoría reina, una gesta única, y portentosa. Y, sin embargo, Marc Márquez, el amo de MotoGP, sabe que «en las carreras todo, todo, puede pasar, absolutamente todo».

Incluso puede pasar que aquel piloto, Jorge Lorenzo (Ducati), que dominó la carrera en 16 de las 20 vueltas, sufra, de pronto, un resbalón en la horquilla de entrada a meta de Sepang (Malasia), se tenga que abrir y ¡zas!, de pronto, se cuele ¡vaya casualidad! su compañero de marca, de box, Dovi, que necesitaba ganar para alargar la lucha con Márquez hasta Cheste. De esta forma acabó ganando la carrera soñada por el mallorquín, fichado a golpe de talonario por la firma italiana de Borgo Panigale (propiedad de la alemana Audi y ¡con los alemanes, pocas bromas!), justo una vuelta después que, desde el muro de Ducati, le enviasen al mallorquín un mensaje al al cuadro de mandos de su moto, en el que le decían: «Te sugerimos que utilices el mappin 8».

Y, claro, le preguntaron a Gigi Dall’Igna si eso de «mappin 8» era la manera de decirle a Lorenzo «déjate pasar por Dovi» y el jefe técnico de Ducati, el padre de la Desmosedici, dijo sin complejos: «Hemos hecho lo que era justo hacer en estos casos». Blanco y en botella. Porque Davide Tardozzi, otro de los jefes rojos, dijo a mitad de carrera: «Jorge es un grandioso profesional. Jorge ama a Ducati. Jorge sabe lo que es mejor para nuestra fábrica». Y, por si faltaba algo para redondear el biscotto (amaño) cocinado por Ducati (por otro lado, admitido por todo el mundo y que todo el mundo hubiese guisado con idéntico gusto y final) para que Dovi ganase y «pudiese prolongar nuestro sueño», como señaló Dall’Igna, Paolo Ciabatti, director deportivo de los italianos, reconoció: «Jorge tiene un gran corazón y hemos hecho lo que debíamos hacer. Somos un equipo y hay que funcionar así».

Diluvió media hora antes de la salida. Todo cambió. Aumentó el riesgo y, con el título en juego, Dovi se la jugaba a saco y Márquez decidió administrar su ventaja «algo que aprendí el año pasado cuando me comporté así en tres carreras y, al final, conquiste el título sin tener, como este año, la mejor moto».

Se escapó Lorenzo. Le siguió Johann Zarco (Yamaha). Y llegó Dovi, que superó al francés y esperó que Lorenzo cumpliese con lo acordado, pese a que el tricampeón mallorquín asegura que no vio el mensaje y que no había órdenes de equipo. Bueno, hasta Dovi dijo no saber nada: «No soy un piloto político. Yo amo la limpieza de mi deporte. Yo nunca le he pedido a Ducati ayuda para ganar».

«Una cosa esta clara», dijo con algo de sorna el también italiano Livio Suppo, jefe de Repsol Honda, «los pilotos de Ducati deberían de haber pactado con su marca qué decir, pues no tiene sentido que sus jefes reconozcan lo que hicieron y ellos, lo nieguen.

Márquez, que sale reforzado de este tumultoso triplete («lo empecé con 16 puntos de ventaja sobre Dovi y llego a Valencia con 21 de ventaja ¡soy feliz!»), reconoció que él sabía, desde la vuelta cinco, que ganaría Dovi. «Si yo hubiese sido Lorenzo, hago lo mismo. Su fábrica y su compañero ¡se está jugando un Mundial, señores!» Otra cosa es que lo gane, pues el mejor piloto de los últimos cinco años tiene las de ganar, con biscotto o sin biscotto.