Podríamos decir lo que dijo, simpáticamente, sin ánimo de polémica ¡ni mucho menos!, su compañero Marc Márquez al término de la jornada de entrenamientos de ayer: «Bueno, sí, ha estado estupendo, pero solo es viernes». O podemos explicar lo que explicó Valentino Rossi: «Sí, sí, ya sabemos que Dani siempre ha sido velocísimo en Jerez». Pero la verdad es que la actuación de este viernes del veterano Dani Pedrosa (31 años), en la primera e irregular jornada de entrenamientos del Gran Premio de España, fue magnífica, brillante, arrolladora, tanto en agua por la mañana (dos milésimas de segundo más veloz que el británico Cal Crutchlow) como en seco al mediodía (medio segundo más rápido que el australiano Jack Miller). Hacía muchos años que no se veía una demostración de poder de Pedrosa de este nivel.

Eso sí, Pedrosa no lució palmito, ni mucho menos. Pedrosa no sacó pecho. Pedrosa se alegró, pero no lanzó las campanas al vuelo porque sabe de esto más que nadie. «Mañana, todos, espero que yo también, bajaremos estos cronos, ya veréis». Pero, incluso, esa serenidad, esa expresividad, desconocida en él, la sonrisa, esa manera de posar junto a su moto cuando le llamas desde lo alto de la terraza del hospitalityde Honda para fotografiarle, forma parte del nuevo Dani Pedrosa Ramal. Estamos ante el Dani Pedrosa 2.0, un chico nuevo, que ha decidido tomarse la vida y su carrera, a la que aún le falta el título más importante, el único que ansia y ama con locura, el de MotoGP, de otra manera, más suelto, más alegre, más predispuesto a disfrutar de todos y cada uno de sus momentos, sean buenos, menos buenos, regulares o malos.

SONREÍR A LA VIDA

«En la vida -explica cariñosamente Pedrosa a EL PERIÓDICO- puedes afrontar las cosas, tu profesión, tu relación con la gente, de dos maneras: puedes escoger el camino fácil o el difícil, la ruta lenta o rápida, con mejor o peor actitud. MotoGP es una categoría dura y complicada, difícil, muy difícil, donde están los mejores pilotos del mundo y, la verdad, no es lo mismo tomártelo de una manera que de otra. Así que yo he decidido tomármelo con más ilusión, más optimismo y más alegría que nunca. ¿Por qué? Porque, por encima de muchas cosas, amo locamente este deporte, lo amo con todas mis fuerzas y quiero seguir disfrutándolo».

Es evidente que este Pedrosa, asesorado deportivamente por su amigo Sete Gibernau, con nuevo técnico, el italiano Giacomo Guidotti, con mamá Basi comiendo en el hospitality de Repsol y papá Antonio, en el de Honda, sabe muy bien lo que quiere y como conseguirlo.

DESCUBRIENDO LA MOTO

Aunque, como le ocurre a Márquez y también, sí, a Crutchlow, los otros dos pilotos oficiales, pata negra, de la marca alada japonesa, aún se encuentran en periodo de adaptación a su nueva RC213V, desconociendo si sus éxitos o fracasos, si los buenos o malos giros, si los cronos sorprendentes o desastrosos «son cosa de la moto, nuestra, de nuestro pilotaje o del trazado». Ellos, todos, los tres, están convencidos de que acabarán haciéndose con el control de la moto «porque es buena, sí, es buena», pero, de momento, se pelean con ella mucho más que Rossi y Maverick Viñales, que este viernes volvió a caerse, con su veloz y eficaz Yamaha M1.