Puede que existan, puede, leones más veloces, más reyes, más mandones, que Lorenzo Insigne, jugador del Nápoles, de 25 años, líder actual del calcio, el campeonato italiano de fútbol. Pero no hay leones más fieros que el pequeño de los Insigne, un jugador que apareció de la nada, del trabajo duro de la madrugada, y, con su 1,63 metros de altura acabó convirtiéndose en un gigante, tras ser rechazado por Torino, Inter y otros clubs “porque es bueno, muy bueno, pero es muy bajito”.

Insigne, que este viernes (20.45 horas, beIN Sport TV) será una de las estrellas del gran duelo de la Liga italiana (Nápoles-Juventus), se presentará en el estadio San Paolo, de Nápoles, en medio del rugir de sus leones espectadores, con el torso completamente tatuado de una familia entera de leones: mamá leona (Jenny, su esposa), el rey león (papá Lorenzo) y sus dos cachorros, sus dos hijos, Carmine y Christian.

Una de las estrellas, aunque no el máximo goleador, del Nápoles, Lorenzo Insigne, se ha ido al estudio Enzo Brandi Tattooing y se ha sometido al dibujo y grabación de semejante tatuaje antes de medirse con la vecchia signora. Les va buena parte del campeonato. Es casi, casi, otro Valencia-Barça, pues se enfrentan el primero, el Nápoles, con 38 puntos, y el tercero, la Juve, con 34 puntos.

No hace mucho, en otro grandísimo duelo del calcio vivido en el Olímpico de Roma, Insigne consiguió, con su gol nº 100 con la camiseta azulita, que el Nápoles derrotase al equipo de Pepe Reina. Y fue, sí, uno de los grandes partidos de este pequeño, voraz y agresivo león, que ahora lleva a toda la familia en su espalda, ahí donde, de joven, cargó enormes mercancías de madrugada antes de convertirse en uno de los ídolos, de los iconos, de la ciudad que vio triunfar a Diego Armando Maradona y ahora somete al norte.