Los coches tienen restringido el paso y la subida a pie hasta la cima del muro de Huy solo puede considerarse como una sufrida peregrinación en la que se van descubriendo las siete pequeñas capillas recogidas a lo largo de una calle en la que se pierde el aliento y, de emplearse una bicicleta como vehículo, debe ponerse el ciclista en pie, retorcerse hasta lo inimaginable y sufrir y sufrir hasta alcanzar la línea de meta. ¡Huy, Huy, Huy! se exclama en la cima. Es la llegada de la Flecha Valona, el muro de Alejandro Valverde y el final este miércoles de la clásica de Valonia (Eurosport 1, entre las 14.30 horas y las 17.00, a las 16.30 horas está prevista la llegada de los corredores).

Hasta en cinco ocasiones ha ganado el campeón del mundo tras imponer su cambio de ritmo en los últimos metros. Es una cuesta de apenas 1,3 kilómetros, a tan solo 204 metros sobre el nivel del mar, pero que alcanza porcentajes del 26 por ciento en su zona más terrible, allí donde alguno debería detenerse para rezar en las capillitas, para tener la fuerza o el coraje de Julian Alaphilippe, el último vencedor, por qué negarlo y siempre con el permiso de Valverde, el principal favorito, y quien, además, llegará rabioso a la prueba después de que el domingo Mathieu van der Popel, aparte de maravillar al mundo con uno de los finales de clásicas más apasionante de los últimos años, le robó la cartera de la forma más brillante e inesperada.

El perfil de la prueba.

Hay más candidatos, con Dan Martin y Adam Yates en lugar destacados, pero Huy es el muro de Valverde, la carrera de un día que mejor le ha ido siempre al corredor murciano hasta el punto de que hubo años, hasta el pasado, en los que parecía que tenía la cuesta tan controlada que, viéndolo a través de la televisión, daba la impresión que pedaleaba sobre una calle tan plana como su mano.

CICLISTA BRILLANTE

Alaphilippe es un corredor brillante, que se mueve por este tipo de cuestas con idéntica gallardía que Valverde, el campeón del mundo a quien sería casi un pecado mortal obligarle a ganar a sus años y con todo lo que ha conseguido. Y así es porque aunque ahora no le sonrían tanto las victorias como en el pasado, sigue siendo el rey, el monarca del ciclismo que lejos de abdicar mantiene la corona sobre su cabeza y con un 'maillot' que lo identifica como dominador de todos los colores del arcoíris del planeta ciclista.

Este miércoles 195,5 kilómetros y 11 muros, incluyendo los tres pasos por Huy, esperan a los corredores, en una subida que fue meta del Tour por allá el 2015, con victoria de Purito Rodríguez, ganador también de la Flecha Valona 2012, una carrera que también cuenta con las victorias de Igor Astarloa y Dani Moreno, una de las pocas que conserva Lance Armstrong (triunfador en 1996) y que pone la piel de gallina cuando se va subiendo a pie contemplando sus capillas más alla del río Mosa y con la ciudad de Lieja en la lejanía.