Al hijo del frutero de Bruselas le regalaron una bici por allá 1953. Comenzó entonces a dar las primeras pedaladas, la de un niño belga al que con el paso del tiempo lo llamarían 'El Caníbal', el más grande ciclista de todos los tiempos, el que lo ganaba todo y durante toda la temporada. Eddy Merckx cumple este miércoles 75 años y todavía cabalga sobre los lomos de una bicicleta. En otoño pasado se fue al suelo, se golpeó la cabeza pese al casco, y tuvo que pasar varios días hospitalizado en observación.

Atrás han quedado los amigos-enemigos, como Luis Ocaña, fallecido en 1994, el único que lo hizo tambalear, y de qué manera en el Tour de 1971, pero acabaron siendo colegas, cerrando bares de madrugada cuando ambos ya estaban retirados y con Merckx llorando en el funeral de su gran oponente, el que se pegó un tiro en la cabeza, enfermo, triste y atormentado.

EL NIETO OLÍMPICO

Y también es el Merckx que disfruta de sus nietos, ya mayorcitos algunos, como Luca Massó, hijo de Sabrina, la niña que nació en 1969 mientras su padre surcaba en primera posición los cuatro 'monumentos' pirenaicos, Peyresourde, Aubisque, Aspin y Tourmalet, en el día de mayor gloria de cuantos vivió en el Tour. Nadie localizaba al ginecólogo cuando Claudine, su mujer, se puso de parto. El médico había dado órdenes a su equipo para que no lo molestaran. Estaba siguiendo, al igual que millones de belgas, la gesta de Merckx, en el primero de los cinco Tours que ganó. Sabrina se casó con el tenista argentino Eduardo Massó. Su hijo Luca conquistó hace cuatro años la medalla de oro de hockey en los Juegos de Río con la selección albiceleste.

Y el Merckx padre de Axel, retirado del ciclismo profesional en el 2007, tras correr una década bajo la sombra y la comparación de su progenitor. Un décimo puesto en el Tour de 1998, el tristemente conocido como el del dopaje, una etapa del Giro y, sobre todo, la medalla de bronce en los Juegos de Atenas configuran su palmarés. Porque era humanamente imposible que Axel siquiera igualase a Eddy. Y porque el padre lo sabía, nunca quiso que el chaval se hiciera ciclista. Axel se lo comunicó siendo una promesa del Anderlecht. Pero no se atrevió a decírselo personalmente. Se lo dejó escrito con la espuma de afeitar en el espejo del baño familiar.

UN PALMARÉS IMPOSIBLE DE IGUALAR

Y es que simplemente era imposible que Axel ganase cinco Tours, cinco Giros y una Vuelta como botín más estelar de Eddy. Y eso que Merckx tuvo que salir por piernas del Giro de 1969. Positivo. ¿Positivo? ¿Merckx? Fue un complot -o al menos así lo creyó el mundo mucho más iluso que ahora en estos temas hace 51 años-. A Merckx le echaron una pócima en el bidón, hasta se acusó a la mafia. Y la figura italiana de la época, Felice Gimondi, fallecido el verano pasado, se llevó la victoria final. Merckx fue recibido como un héroe, incluso por el rey Balduíno, en Bruselas y al mes le perdonaron la sanción "por falta de pruebas contundentes". De lo contrario nunca habría ganado el Tour de 1969.

PRA LOUP Y THÉVENET

Fue en los Pirineos del Tour de 1969 donde comenzó la leyenda que le llevó a ganar también 3 Mundiales, 3 París-Niza, una Volta, un Dauphiné, 7 Milán-San Remo, 2 Tours de Flandes, 3 veces la París-Roubaix, 5 triunfos en la Lieja-Bastoña-Lieja y dos veces el Giro de Lombardia. Sencillamente impresionante.

Hace un año, antes del coronavirus, el Tour, cuando se corría en julio y no en septiembre, partió de Bruselas. Fue un homenaje a los 50 años de la primera de sus cinco victorias en París. La ciudad se engalonó en su honor. Y es que sigue siendo el gran héroe de Bélgica, un país eminentemente ciclista, y todavía sería más grande si un loco, un impresentable, no le hubiese dado un puñetazo terrible, golpe directo al hígado, en la subida al Puy de Dôme, en la Grande Boucle de 1975. Con el hígado inflamado sucumbió poco después en Pla Loup. De lo contrario, difícilmente Bernard Thévenet habría ganado el primero de sus dos Tours.