La suya es una historia de fidelidad a un deporte y a un club. El Cajasur Córdoba de Balonmano anunció la retirada de Antonio Hidalgo, uno de los históricos del club, tras prácticamente 14 años defendiendo la elástica granate. El ya exjugador, que está a punto de cumplir los 32 años, reconoce que echará “mucho de menos la pista, aunque ya tocaba”. Entre los factores que influyeron en su decisión estuvieron “los laborales y familiares”, por lo que ahora se le abre de par en par una nueva función dentro del plantel como el segundo entrenador de Jesús Escribano. “Me propuso estar a su lado y no quería separarme de este proyecto, ya que el ambiente es excepcional e increíble y no me lo pensé”, argumenta.

Su relación con el balonmano surgió a raíz de la insistencia de Antonio Reyes, el “Johan Cruyff de este deporte”, apunta Hidalgo. “Estaba en el Colegio Mediterráneo y él era el profesor de Educación Física. De hecho ejerció 30 años esa labor y de allí salieron otros jugadores como David Padilla”. Pese a que también le llamaba la atención el fútbol, finalmente optó por hacerse un nombre en el 40x20. “Reyes me acompañó a la selección andaluza y me salió un campeonato muy bueno, siendo subcampeones de España frente a Cataluña, que todos los de mi año están en la élite”. El mismo escenario se repitió cuando fue convocado por la selección española juvenil. “Sé que habló muy bien de mí a todos los directores técnicos y me ayudó bastante”, agradece.

Esas semanas como internacional le cogieron “un poco niño”. El curtido profesional estuvo “en Casteldefels y posteriormente en un torneo pequeño en París”. Dos semanas “inolvidables” de las que todavía conserva incluso la ropa. “Vestirte un día aunque sea la camiseta y escuchar el himno de nuestro país resultó muy especial”, recuerda. Además, supuso el pistoletazo de salida a su incursión en el primer equipo cajista. “En todas las categorías destaqué por ser zurdo, que estábamos más contados. Carmelo Pino jugaba en mi puesto a pesar de ser diestro, así que iba nada más que a entrenar en Segunda Nacional”, comenta. “Ahora llegan los chicos a Plata, no juegan y me hace gracia porque se enfadan. Les cuento mi historia para que sepan que no me molestaba por no tener minutos”, procura explicar.

Su carrera deportiva la desarrolló casi al completo en el equipo que actualmente tiene su pabellón en Fátima, pero en dos ocasiones tuvo que hacer las maletas. La primera vez, en la campaña 2014/15, se marchó al Aguilar. “Soy sincero y lo hice porque tuve una disputa con el entrenador y el presidente y, además, porque en el Aguilar estaba Pedro Morales, un conocido mío dentro del balonmano”. La segunda, en la 2016/17, abandonó España dirección al Líbano al tener que irse “de misión y no poder negarme”. Pero, sin lugar a dudas, su cariño hacia la entidad siempre le hizo volver al considerarla su casa.

Por suerte, no atesora “malos momentos” a nivel personal en todos los años que integró la plantilla cordobesa. “Recuerdo la fase de ascenso de Santoña -2018- y cómo se quedó el equipo destrozado y a las puertas del ascenso a División de Honor Plata por un gol. Pero, antes de ir, sabía que era posible no ascender y estaba aprendiendo de todo lo que pasaba”. Un año más tarde sí se logró y, pese a que lo conserva “con mucho cariño”, se queda “con todos los compañeros” que conoció por el camino. “Sergio Labraca estaba en mi puesto y siempre me he llevado mejor con los que compartía posición. Si tengo que poner una balanza a los compañeros y ese ascenso, me quedo con los compañeros, sobre todo en estos últimos tres años”, admite.

Antonio Hidalgo, en un partido con el CBM. CÓRDOBA BALONMANO.

No solo guardará las experiencias generadas junto a otros jugadores, sino también con todos sus técnicos -Antonio Santos, Agustín Sánchez, Fernando Barbeito, Javier Martínez, Berni y Escribano-.“Aprendí cosas de todos, con algunos mejor o peor, pero cuando pasa el tiempo nos hemos vuelto a saludar como si nada”. Admitió que es “un poco peculiar” y que siempre intenta sacar lo positivo de la gente. “Cada uno tiene su forma y te aportan, poseen más conocimientos que tú”, declaró. Y le tocará sacar fruto a todo el aprendizaje pasado para lanzar su carrera en los banquillos.

“Técnica y tácticamente puedo aportar poco, por lo que quiero aprender y servir de unión entre el cuerpo técnico y mis compañeros, hacer el papel de segundo capitán y arropar al vestuario”, expresó. “Mis conocimientos de balonmano son de la experiencia y de los partidos, pero no tengo conocimientos de cursos superiores”, argumentó. “Jesús es un loco de los vídeos y de la estadística y me arrimaré a todos los que saben”, una forma de adquirir conceptos y pulir sus habilidades.

Hidalgo, que también es asambleísta por la Delegación de Córdoba como representante de los jugadores en la Federación Andaluza de Balonmano, tiene palabras muy afectuosas hacia Miguel Pardo, presidente del Córdoba. “El pobre se encontró un club que estaba en decadencia por la anterior crisis finenciera y lleva muchos años haciendo números, hablando con gente y moviéndose. Lo hace solo por pura afición y encima ahora tenemos todas las secciones cubiertas, como por ejemplo la femenina y encima con muy buenos refuerzos”, recalca.

El futuro le depara una “versión continuísta” de lo que ya realizaba. “Era el psicólogo, el compañero y el veterano, debo reunirlo todo y ayudar en lo que pueda a Jesús cuando él no vea algunas de las tantas cosas que ocurren durante un partido”. Sus vivencias, desea, tal vez hagan reflexionar a los jóvenes para que “tengan paciencia” y entiendan que “las cosas no se consiguen a los dos días”. En su caso, años y años de pasión por un deporte le convierten en un referente dentro de la ciudad.