“No te los dejes perder” o “preparados para hacer historia”, son dos de los eslogans, erráticos atendiendo a lo sucedido hasta el momento, utilizados por Tarragona 2018 para promocionar un evento que no ha empezado bien su andadura.

La ceremonia inaugural, con grandes claros en las gradas, no presagió buenos augurios para una competición que ha visto como en diferentes disciplinas la presencia de público ha rozado el ridículo. La autocrítica de los organizadores, hasta el momento, ha brillado por su ausencia e incluso el alcalde de la ciudad, Josep Fèlix Ballesteros, no asumía la pobre imagen ofrecida al mundo mediterráneo en la apertura del capítulo deportivo y ofrecía datos insinuando que el estadio debía estar lleno entre compromisos oficiales y venta de entradas.

Los números no existen hasta la fecha y nadie de la organización ha facilitado a los medios de comunicación un listado de la presencia de público en cada evento deportivo disputado hasta el momento. Quizás a media semana se entregue una aproximación. Pero eso son suposiciones, nada es concreto en Tarrragona 2018.

Menos de 100 personas

Partidos de balonmano con menos de 100 personas son una constante en un Palacio de los Deportes, con capacidad para 5.000 personas, construido especialmente para la cita deportiva. La Tarraco Arena Plaza, recinto en el que se

disputa el voleibol, no se escapa del fatídico poco éxito. Acostumbrada a ver llenos hasta la bandera en el Concurs de Castells, por ejemplo, los gritos de los jugadores retumban en un espacio ausente de gente en unas primeras jornadas algo más que decepcionantes.

La ciudadanía no se ha apropiado de unos Juegos que no se han vivido en las jornadas previas a su disputa. La venta de entradas ha fallado y tan sólo la natación, en las finales de su última jornada, y con una Mireia Belmonte en modo estrella, han logrado juntar a unas mil personas.

"He tenido que pagar 20 euros para que mi hijo de 3 años pueda ver la natación", explicaba un tarraconense incrédulo y decepcionado. "Ni en los mundiales de natación de Barcelona he pagado tanto", añadía. Pequeños detalles que explican la situación que se está viviendo en una ciudad que no respira deporte de élite. El técnico de balonmano de Túnez, el catalán Toni Gerona, no se reprimía en su crítica. Hablaba de la falta de promoción de unos Juegos que no se han acercado a la base deportiva del territorio.

La competencia del Mundial

Otro elemento discutible es la contraprogramación de unos Juegos del Mediterráneo con un Mundial de Fútbol. No hace falta ser un genio para comprender la tirada de un evento en comparación con el otro. Pero claro, los Juegos eran en un principio para el 2017… Decepción de asistencia, fallos organizativos y poco nervio de una ciudad dormida que no ha ido de la mano de la organización en ningún momento.

La cuarta jornada no pasará tampoco a la historia por su nivel deportivo. Mireia Belmonte ha logrado un nuevo oro, en 200 metros mariposa, en la flamante piscina de 50 metros de la anilla deportiva que será el legado más

destacable de los Juegos del Mediterráneo 2018.

La vergüenza ha llegado en la entrega de medallas del 400 metros libres femenino. Nadie de la organización estaba preparado para entregar los metales y ha tenido que ser la propia Belmonte, que ha sido plata, quien ha cogido las medallas para colocarlas a sus compañeras nadadoras harta de esperar. Fatídica imagen.