El Córdoba rascó un punto ante el Alcorcón desde la defensa. Y lo hizo porque, tal y como pidió su entrenador Sandoval en la previa, estuvo «más juntito» y con las líneas más equilibradas. Sin embargo, el equipo no demostró la suficiente entidad para superar en juego y ocasiones al Alcorcón, un rival que está en la misma pelea, la de eludir el descenso, y que siempre es más accesible fuera de casa que en su campo.

Pero vayamos por partes. El planteamiento táctico inicial partía de un 1-4-1-4-1, con una defensa de cuatro y un pivote defensivo -Álex Vallejo- que, cuando el Alcorcón superaba la línea de presión del Córdoba, se incrustaba en la defensa convirtiéndose casi en un tercer central. El hecho de salir con dos mediocentros creativos y con poca capacidad defensiva -Javi Lara y Aguado- fue un riesgo. El plan habría salido bien si se hubiese anotado algún gol en la primera parte, cuando el Córdoba fue superior en juego y en ocasiones a los alfareros. Tampoco practicó un juego brillante, pero aun así tuvo más posesión y dispuso de varias llegadas peligrosas que ni Alfaro, ni Jovanovic, ni Javi Lara ni Quintanilla acertaron a convertir en gol.

Ese plan inicial de Sandoval, sin embargo, adolecía de un déficit que acabó dando al traste con él tras el descanso. Aguado nunca tuvo una capacidad real para recuperar balones ni tampoco para dotar de equilibrio a las líneas. Y Javi Lara tiene una capacidad física limitada, por lo que superada la hora de partido es evidente que no puede -ni es esa su misión- dotar de solidez al centro del campo cordobesista. Cuando el equipo dio el bajón físico todas aquellas parcelas que, cogidas con alfileres, habían permitido disponer de más ocasiones que el Alcorcón en la primera parte, se cayeron. No ocurrió como en Albacete, cuando la desconexión fue total y se «tocó fondo», en palabras del técnico del Córdoba. Pero sí lo suficiente como para que los madrileños dominasen el esférico y atacasen con cierta asiduidad.

El Alcorcón no es ni de lejos el equipo con más calidad técnica de Segunda ni tampoco tiene individualidades excelsas que puedan decantar un partido. Lo más parecido a todo ello es Nono, un auténtico quebradero de cabeza desde el descanso hasta que, inexplicablemente, su técnico Cristóbal Parralo lo sentó. Pero hasta ese cambio la banda derecha del Córdoba sufrió muchísimo. Fernández se vio superado por Nono, que entraba siempre hacia adentro dejando el espacio para las subidas de Bellvís. Ante la incapacidad de Jovanovic para socorrer a Fernández, la defensa cordobesista se escoró hacia esa banda, lo que dejó vía libre en la derecha a las cabalgadas de Laure.

Esta vez el Córdoba no se descompuso por el centro sino por los costados. Eso dice mucho del buen partido de Vallejo en el pivote defensivo y también habla a las claras de los problemas tácticos y físicos que adoleció el equipo en general. Los cambios introducidos por Sandoval no dieron la vuelta a la situación y por momentos el Alcorcón acorraló al Córdoba. Los alfareros, que habían venido claramente a llevarse el empate, vieron a su rival noqueado y adelantaron las líneas. Sin ser una presión asfixiante sí fue lo suficientemente intensa como para que los errores en la salida de balón se sucediesen. Lara y Aguado eran incapaces de conectar con los atacantes y la desconexión se sucedía cuando se optaba por el balón en largo.

En esta fase del partido, a pocos minutos del final, aparecieron varias manos salvadoras de Carlos Abad que dejaron el luminoso como al principio, en empate a cero. Un resultado que da ciertas esperanzas en cuanto al nivel defensivo pero sigue dejando muchos interrogantes abiertos. Con el tercer cambio de sistema y tras haber situado a casi todos sus jugadores sobre el césped, Sandoval sigue sin dar con la tecla. El equipo no tiene un estilo definido ni una matriz de juego solvente. Ni domina al rival ni está cómodo sin balón. Estamos en septiembre pero cada punto cuenta. Y nadie quiere que el mes de enero de 2019 sea tan traumático como el de este 2018...