La segunda división alemana brindó este sábado uno de los goles más ridículos que se recuerdan. El Duisburgo se había adelantado en el marcador a los 13 minutos ante el Ingolstadt. Cinco minutos después, un jugador del conjunto bávaro dio un pelotazo en el centro del campo en dirección a la corona del área rival, donde un defensa del Duisburgo quiso ceder de cabeza a su portero, con un único problema: el cancerbero no estaba. El delantero del Ingolstadt que seguía la jugada solo tuvo que empujar el balón al fondo de las redes, donde entonces apareció el desaparecido guardameta, que insólitamente había ido a beber agua de su botellín.

Por suerte para Mark Flekken, el ya famoso portero holandés de 24 años, el Duisburgo acabó ganando el partido, aunque sin duda él será el protagonista del choque en todo el mundo, y no precisamente por el penalti que detuvo cuando el partido iba 0 a 0.