El Giro cree, como ha sido toda la vida, en los Dolomitas y los Apeninos. Reza para que no nieve, como tantas veces ocurre en mayo (la próxima edición discurrirá entre los días 9 y 31 de ese mes) pero, sobre todo, y a diferencia del Tour y de la Vuelta, sigue amando a las contrarrelojes. Mientras las rondas francesa y española mantienen esa disciplina bajo mínimos y hasta parecen tentados para eliminarlas totalmente, en Italia programan tres, la última -y eso está muy bien- para fulminar el absurdo vicio de convertir la última etapa en un simple paseo en el que el ganador brinda con champán, cava o proseco, con sus oponentes.

Si Tour y Vuelta apuestan por etapas cortas, buscan cuestas en las que puedan retorcerse los corredores, el Giro sigue buscando recorridos más clásicos. Si bien aumenta como sus competidores de ASO (la empresa francesa es propietaria tanto del Tour como de la Vuelta) los finales en alto, con seis programados para la próxima edición, no se olvida de etapas que conducen inevitablemente a una llegada masiva, a la 'volata' como dicen en Italia, porque allí siempre surge un héroe local capaz de batir a los oponentes extranjeros, por ejemplo a Peter Sagan, que nunca ha corrido el Giro y al que esperan el año que viene con los brazos abiertos.

INICIO EN BUDAPEST

El Giro 2020 comenzará en Budapest, con una contrarreloj individual, recorrerá carreteras húngaras antes de trasladarse a Sicilia para subir al Etna, una tradición, y adentrarse luego en la península transalpina en busca de más contrarrelojes, como en Valdobbiadene, en el Véneto, antes de buscar el contacto alpino con Madonna di Campiglio, de triste recuerdo para Marco Pantani porque allí se descubrió en 1999 la trampa en su sangre, lo que no le priva de seguir siendo un ídolo en Italia y que una etapa sea dedicada a su honor con llegada y salida a Cesenatico, su localidad natal.

La etapa reina se ha programado para el último sábado de carrera, antes de la contrarreloj final de Milán. Será un día cruél por los Alpes, con ascenso al Agnello, cruce fronterizo a Francia para subir el Izoard y llegada al Monte Fraiteve que no es otra cosa que una ampliación a la clásica escalada a Sestrieres.

¿AFECTARÁN LOS JUEGOS A LA PARTICIPACIÓN?

Falta por ver, todavía, de qué manera afectará al Giro el hecho de que la prueba en ruta de los Juegos de Tokio esté tan pegada al Tour. Se disputa una semana después de que los corredores llegen a los Campos Elíseos. Todas las selecciones ya tienen previsto que sus figuras vuelen directamente desde París a la capital japonesa sin pasar por sus casas para que tengan unos pocos días para aclimatarse al cambio horario. ¿Podrán aguantar la forma para los Juegos aquellos que disputen Giro y Tour? ¿Saldrá más beneficiada la ronda española en cuanto a participación para el 2020? Quedan meses para resolver ambas cuestiones.