La actual situación deportiva del Córdoba sólo se entiende si se desmenuza y explica la gestión deportiva de la entidad blanquiverde en los últimos seis años, principalmente desde el ascenso a Primera División. El abismo a Segunda B es sólo la consecuencia de una errática política deportiva en la que han primado, en más ocasiones de las aconsejables, las decisiones y opiniones de la propiedad sobre la de los profesionales. Cuando los había.

Era febrero del 2013 cuando El Arcángel acogía una reunión para hablar de cantera, del primer equipo, de la trayectoria del filial... No era una cita novedosa para esas siete personas. Desde la llegada de González al club, año y medio antes, era algo común al menos una vez al mes. La campaña anterior había sido la mejor de los anteriores 40 años, y tanto Luna Eslava como Paco Jémez ocupaban, lógicamente, un papel preponderante. Cándido Cardoso tuvo que ver en la llegada del de Fernán Núñez al club, que una vez elegido recomendó la contratación de Jémez. El hoy técnico del Cruz Azul marcaba, como luego intentó hacerlo con éxito desigual Berges, qué tipo de jugador pretendía para cada puesto y tanto Luna como esa sección «coral» de la que hablaba entonces el propio González se ponían manos a la obra.

EL CORO Y EL TIQUI-TACA

<b>AVISO DE CÓMO PUEDE LLEGAR A CEGAR EL ÉXITO </b>3 Así, el de Fernán Núñez encontró, entre otros a López Garai (uno de sus grandes éxitos, no el único), David Prieto, Airam, Cerra, Quero o Ximo Navarro. Por su parte, tanto Cándido Cardoso como él y gracias a la amistad que ambos mantenían con Emilio de la Riva (Cardoso trabajó con él en el pasado) también incorporaron a López Silva, Caballero y Astrain. El mismo presidente, en algún caso con el asesoramiento del que fuera tiempo después director de comunicación, Alfredo Duro, trajo de su mano a Borja García, Cristian, Patiño y, como apuestas de futuro (que no dieron resultado) Taira, Ayina y Pauliño. El coro tenía otro miembro en la figura de Mariano Mansilla, que la primera campaña aportó a Carlos Arias, Balsas y Sebastián Dubarbier, mientras que en la siguiente recomendó la incorporación de Mikel Saizar (junto a otros) y de Enzo Rennella. Embriagado por el juego del equipo de Jémez, González reclamaba el fútbol vistoso, de ataque, «igual que la España del tiqui-taca» -dijo-, como único camino reconocible para alcanzar el éxito, aunque ya no estaban Charles, Borja García, Ximo Navarro o Javi Hervás. A pesar de esa primera descapitalización del equipo, de estar el club en concurso de acreedores y de no tener, ni mucho menos, un presupuesto entre los más potentes de Segunda, el Córdoba cambió el discurso con respecto al verano anterior. De «no sufrir y tener una permanencia tranquila», se pasó, sin respaldo aparente a aspirar a «meterse en las eliminatorias de ascenso. Quien no soporte la presión de luchar por el objetivo, que no venga», decía González, que reiteraba también que «todos nos han dicho que sí, porque todo el mundo quiere venir al Córdoba». Con sus dificultades, ese coro no sonaba mal a pesar de su novato director.

EMPIEZA A TORCERSE

<b>PRIMERA DESCAPITALIZACIÓN DEL EQUIPO </b>3 Con más de un encontronazo en la primera temporada en la que se le aconsejó a alguno que pidiera disculpas al otro por más de una brusquedad entre ambos, Luna Eslava terminó saliendo del club aquel mes de febrero del 2013. Semanas después, Berges no aguantó el progresivo empuje de Duro por meter a Esnaider en el Córdoba aprovechando las dudas del propio González. Ni el fracaso de aquella temporada -sobre todo por esa abrupta decisión- ni la ausencia de un director deportivo profesional y con un mínimo bagaje arredró al propietario, que se embarcó en la aventura de confeccionar la plantilla junto con Cardoso y un círculo de agentes «de confianza». Un círculo que se ha ido renovando, año tras año, en función de los resultados. No deportivos, necesariamente. A pesar de tener cerrado el acuerdo con Anquela para ocupar el banquillo, el propietario se decantó por Pablo Villa, opción más económica y más «vendible» mediáticamente, ya que siempre se guardó una máxima para justificar la economía en el banquillo: «El entrenador del primer equipo tiene que venir del filial; hombres jóvenes y con hambre». Se produjo la segunda descapitalización del equipo. Fuentes, Fernández y Fede Vico, entre otros, también se marcharon y algunos dejando un buen ingreso en las mermadas arcas blanquiverdes. Fue la temporada en la que Salva Sánchez, agente de Fede Vico, toma fuerza en la entidad blanquiverde gracias a la operación de venta del zurdo cordobés. González, aún instalado en el «fútbol vistoso», comprueba cómo el Córdoba va perdiendo fuelle conforme avanza la temporada, una campaña atípicamente mucho más igualada de lo que ya de por sí es la Segunda División.

ADMISIÓN DE ERRORES

<b>UNA SITUACIÓN CON PUNTOS EN COMÚN </b>3 Carlos González barrunta la destitución de Villa y acepta el consejo dado de contratar a un director deportivo profesional, con algo de experiencia al menos, que intente poner orden y actúe como conector entre el vestuario y el club. González sopesa varias opciones, entre ellas la de Sergio Fernández, actual director deportivo del Alavés y que entonces se encontraba en paro tras salir del Hércules. Se decide por la más económica, Pedro Cordero -ganaba dos tercios menos que Luna Eslava-, que con apenas 100.000 euros tiene el encargo de recomponer la plantilla en enero. González parece dar un paso atrás, deja de tener frecuente contacto con muchos jugadores -algo habitual en él-, aunque lo mantiene con algún peso pesado. Cambia el discurso: «El equipo debe tener fuerza defensiva y velocidad para el contragolpe». Admite implícitamente que la campaña ha terminado y que se busca salvar la categoría y se muestra molesto con el plantel. Finalmente, Villa cae por los resultados en febrero y González, en contra de la opinión de Cordero y Cardoso, insiste en Carrión, que llega a sentarse en Soria encajando un claro 3-0. La propiedad da su brazo a torcer y llega Ferrer con una idea de fútbol de combinación que no encaja en el equipo. Con un aviso de «cambio o destitución» sobre la mesa, el catalán modifica esquema y planteamiento en Gijón. Conforme el equipo mejora y aspira al play-off González retoma el contacto con el vestuario. Tanto que, en el mismo play-off, el entrenador plantea un supuesto interés del Betis. A pesar de que Cordero le había firmado 120.000 euros en caso de ascenso -en febrero-, González toma él solo la negociación con el agente del entrenador y le modifica hasta los 500.000 euros el contrato en caso de ascender.

La oportunidad histórica para el Córdoba, y para González, llega en el Gran Canaria. El Córdoba asciende y se otorga una oportunidad de reconciliarse con el triste devenir reciente, con una parte de la afición muy crítica con el propietario, con su economía y con el propio fútbol. Sin embargo, se emprende la huida hacia arriba. Cordero y Cardoso permanecen en el club, aunque el primero ni aparece en la confección de la plantilla, salvo en la última semana de agosto. Hasta ese momento, el coro se forma con otros miembros, con González de nuevo como director y Cardoso como acompañante se suma Salva Sánchez y el mismo Ferrer, entre algún otro. El desastre estaba garantizado y no, precisamente, por ser un recién ascendido, tal y como la historia se ha encargado de demostrar antes y después con otros clubs llegados de Segunda. En El Arcángel, ese verano, se llegó a hablar de Europa League. De esa temporada, entre otros problemas, parte el surgido con las visitas de la LFP y el repaso de algunos conceptos que determinaron en su momento, entre otras, una sanción de cerca de 100.000 euros. Salva Sánchez, a partir de ese momento, pasa a un segundo plano en la entidad blanquiverde. Algún día se podrá hablar, y escribir, sobre aquel «mal vestuario» en Primera, pregonado desde el propio club y los motivos por los que se hizo. Una plantilla a la que se tachó de «muy mala», aunque muchos de sus integrantes han seguido en Primera.

EL DESCENSO Y LA SOBERBIA

<b>EMILIO, EL MEJOR PAGADO DE TODOS, CON DIFERENCIA </b>3 Con el descenso llega, con muy buena ficha, Emilio Vega, que en los años anteriores ha mantenido contacto frecuente con González. El propietario ve en él una opción para transmitir, de nuevo, sensación de falsa profesionalidad y, de paso, para acallar al sector crítico, mientras que el leonés -al menos su entorno- asegura que él confeccionará la plantilla y que no se hará ni un fichaje sin su consentimiento. No deja de ser llamativo que un jugador como Nando, al que Cardoso estudió estando en Primera y se descartó en un principio según los informes realizados, con Vega sí terminara vistiendo de blanquiverde. Pronto se comprobó que el leonés no iba a ser diferente a sus antecesores, teniendo múltiples inconvenientes y cortapisas para poder trabajar en su parcela, con un agravante: varias de las operaciones que recomendó no terminaron de brillar sobre el césped. Entre esas cortapisas, la económica: a pesar de ser un recién descendido no se encontraba entre los ocho primeros presupuestos deportivos de la categoría, lo que evidentemente produjo una nueva descapitalización del equipo. Nunca ocultó la propiedad, desde su llegada al Córdoba, que Oltra le gustaba como entrenador y antes de la contratación de Vega anduvo en las quinielas, pero el club y el propio director deportivo aseguraron públicamente que la elección del valenciano fue por decisión del director deportivo. A pesar de ello, de nuevo González generaba un clima ya vivido anteriormente, de contínuo sabotaje desde dentro a la gestión deportiva. Aunque en esta ocasión con un hombre, Vega, que tenía ascendencia sobre una parte del cordobesismo reciente, incluidos exdirigentes. Ahora, en cualquier caso, el discurso sobre el tipo de juego se reafirmó: «Hay que ser fuertes en las áreas». El tiqui-taca de la selección española aburría ya.

REEDICIÓN DEL 2013

<b>EL ÚLTIMO OBSTÁCULO PARA REEDITAR EL DUETO </b>3 En el primer año de Vega se llegó, sufriendo, a las eliminatorias de ascenso porque fue de los más goleados de la categoría. La base de peso y de calidad en el equipo tenía autores diferentes: Xisco llegó en el mercado invernal de la temporada de Berges. Fidel lo hizo tras el ascenso a Primera, mientras que Florin Andone lo hizo de la mano de Pedro Cordero, que tuvo que soportar, en su momento, cómo le llegaba el comentario de la propiedad, tachando a finales del 2014 al rumano como «el peor fichaje que ha hecho el Córdoba en su historia». Año y medio después de aquella afirmación, Florin Andone se convertía en el traspaso más alto en la historia de la entidad blanquiverde. En la siguiente temporada, la pasada, el propio club no disimulaba la poca influencia de Emilio Vega en la confección del plantel, quizás esperando inútilmente una dimisión por parte del leonés. Sin embargo, continuaba siendo el director deportivo y su influencia rayaba la de Cordero en aquel año de Primera División.

Mucho peleó Vega para mantener a Oltra en el puesto, así como para reforzar en enero del 2016 el plantel. Tuvo clara influencia en dos de los tres refuerzos invernales, aunque su suerte ya estaba echada. Con el mercado invernal terminado y al igual que hizo con Luna Eslava, González decidió prescindir de él, en un calco de lo que debía ser la temporada 2013/14, la del ascenso, desde sus orígenes. Se nombró oficialmente a Álex Gómez como director deportivo o «director de fútbol», como suele decir ahora el propio club. Este periódico informó en verano del regreso de Cándido Cardoso. En realidad, el coro se quedaba en dueto si se cuenta al propietario, ya que un detalle -de tantos- ocurrido con Álex Gómez refleja quién y cómo se ha confeccionado la actual plantilla. Recientemente, Cordobadeporte.com desveló que Manu del Moral pudo ser jugador del Córdoba. La opción del delantero jiennense fue ofrecida por Álex Gómez, que tras acordar un contrato de dos temporadas a razón de 200.000 euros por cada una -algo más de la mitad de lo que cobran, al menos, tres jugadores de la actual plantilla- vio cómo el fichaje se echaba atrás por el dueto bajo el argumento de que «tiene un largo historial de lesiones». Se prefirió seguir peleando por David Rodríguez y, cuando éste rompió el acuerdo -quien a hierro mata…- el club se fue corriendo a por Jona. El Córdoba pretendió a Pozo -que, al parecer, no veía con malos ojos la posibilidad de salir de Almería- y a Iván Alejo, ambos con el mismo vínculo que Manu del Moral. Obviamente, el Córdoba, tras la experiencia con el jiennense, nunca tuvo opción.

Queda mucho por contar, pero algunos de los males de este Córdoba, colista en Segunda parten, precisamente, de su éxito. Antes del ascenso, con dificultades, la entidad mantenía un equilibrio interno entre las ganas intervencionistas de uno y el trabajo aplicado por otros. Desde el Gran Canaria, la acumulación de fracasos ha sido una constante hasta llegar a la actual descomposición. Del coro de personas con mando en el club o con trayectoria deportiva se ha pasado a un dueto en el que uno de los componentes es el director, el poder en el club. En cualquier caso, y como en aquel otoño del 2013, se hace difícil entender que los responsables de la situación del equipo sean los mismos que han de solventar el desastre. Ahora la pelota se encuentra encima del tejado de Carlos González. El Córdoba está en juego.