Seguramente, si Xisco Jiménez hubiera llegado en el verano del 2012 a Córdoba y no cinco meses después, Rafa Berges hubiera finalizado aquella 2012/13 y, muy probablemente, en puesto de eliminatorias de ascenso. Pero la historia es la que es y el delantero balear, que regresa a El Arcángel el próximo viernes vistiendo la camiseta de Osasuna, vio por primera vez el coliseo ribereño en febrero del 2013. Y lo hizo no con pocos problemas físicos. De hecho, no llegó a debutar con la blanquiverde hasta un mes después de ser presentado, un 8 de marzo en el Mini Estadi. Un estreno con gol, dos, pero que no impidieron la derrota blanquiverde. Lo tuvo Berges sólo cinco partidos, pero el balear siguió goleando: ocho tantos en 14 partidos disputados. En la siguiente campaña fue uno de los pilares del ascenso, anotando 10 goles y siendo titular en 30 encuentros. Ya en Primera llegaron los problemas. La afición le señaló y cuando llegó el mercado invernal se marchó al equipo de su tierra, en Segunda, donde volvió a demostrar su nivel: nueve goles en 16 encuentros. Con el descenso del Córdoba, Xisco regresó a El Arcángel y el propietario, Carlos González, ante la insistencia de la afición para que Xisco regresara, dio su particular rejón a «una parte de la afición que le cantaba Xisco JB». Sin embargo, y a pesar de esos críticos, el balear volvió a brillar en un equipo dirigido por Oltra, que lo colocó por detrás de Florin Andone, asumiendo un papel más activo en el juego del equipo. No hubo ni un disidente y todos reconocieron el trabajo del balear por el bien del equipo. Por si fuera poco, con el rumano ya con su selección, anotó tres goles en los dos encuentros de la eliminatoria de ascenso contra el Girona.

Tras dos temporadas en Tailandia, el pasado verano se embarcó en el ambicioso proyecto rojillo y tiene que pelear el sitio con hombres como Quique o David Rodríguez. Desde el banquillo ya lleva tres goles y ayer le recordaban su pasado en el Córdoba y lo que supone el regreso. «He pasado unas temporadas muy buenas en el Córdoba, tengo muchos amigos, he sido capitán tres años», comentó, y también guarda en la memoria el estadio cordobesista, «grande, en el que la gente aprieta mucho». Él lo sabe bien. Dio una lección de cómo ganarse a El Arcángel.