El redebut de Gareth Bale con el Tottenham acumuló una serie de infortunios que acabó privando al galés de volver a saborear una victoria en la Premier League siete años después y de celebrar el que hubiese sido su primer gol en esta segunda etapa con los 'Spurs'.

Transcurría el minuto 72 cuando Bale se disponía a entrar al verde del nuevo White Hart Lane y el marcador del estadio marcaba un contundente 3-0 a favor de los locales, que habían destrozado al West Ham en tan solo 16 minutos con goles del coreano Son y dos de Kane.

LA AMARGURA DE MOURINHO

El exmadridista, que tuvo un rendimiento pésimo con Zidane en los últimos cursos, nada más entrar agarró el balón y asumió la responsabilidad de lanzar una falta lejana. La bola hizo un par de esas sacudidas durante el vuelo tan características de sus disparos, pero le salió muy centrada.

Se le vio entonces bastante móvil partiendo en un tridente de ataque desde el carril diestro para acabar en el centro, pero su rival le iba a amargar la tarde a él y a Mourinho después de que Kane estrellase un balón el la madera que hubiese abierto más brecha aún en el partido.

El West Ham agitó el partido en dos acciones, provocando un gol en propia meta en la segunda de ellas, que colocaron el 3-2 a falta de seis minutos para el final.

OPORTUNIDAD DESAPROVECHADA

Ya en el añadido, y antes del éxtasis en la celebración visitante por el empate, el propio Bale recuperó la posesión en campo propio, descargó sobre un compañero, lanzó el desmarque a campo abierto y, con una de esas 'croquetas' que tan bien hacía Iniesta, se deshizo de su par, que acabó por los suelos en el intento sin éxito de parar al británico, y con todo a favor, le salió el tiro desviado.

Así pues, 2.709 días después de su último partido como jugador del Tottenham, el galés se quedó con las ganas de conseguir los tres puntos que hubiesen colocado a los suyos en la parte alta de la tabla, igualados con el Liverpool.