«Posiblemente, Jesús León sea el único cordobés que ha podido mantener una relación larga con Carlos González». La frase, escuchada en las últimas semanas, refleja bien la perseverancia de este montoreño, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que comenzó trabajando para Sacyr y Abengoa antes de emprender su aventura como empresario. Primero, centrando en la obra civil y, posteriormente, en otros apartados del sector servicios y de la hostelería. En la construcción, Grucal se convirtió en su empresa de referencia, cuya sede social trasladó de Granada a Córdoba hace unos años.

En Córdoba posee diversos intereses: acometió la reforma de la plaza de San Agustín, planteó el proyecto de San Eulogio -que sigue su curso- y ha intervenido en la instalación y explotación de algunos mercados gastronómicos fuera de la ciudad que pueden tener su continuidad en la propia ciudad. Construyó la ciudad deportiva del Granada cuando el club nazarí estaba dirigido por Quique Pina y firmó con González el contrato para la edificación de la fallida ciudad deportiva del Córdoba, que iba a situarse en el Parque del Canal. Tal ha sido la capacidad de mantener la cercanía con el hasta ahora máximo accionista del Córdoba, que también le construyó su casa en La Moraleja tras quedar derruida por el segundo incendio que sufrió en pocos años. Vive aún en Sevilla, hace pocos meses fue padre por tercera vez (una niña) y ese equilibrio mantenido durante años con González puede venirle de la experiencia por su relación con la política desde sus distintas ideologías.

Con 40 años, algunos de los que le conocen destacan también su inteligencia y el esfuerzo por mantener la ecuanimidad. Tuvo que emplear ambas, aunque más la segunda, en su paso por el Sevilla, del que fue accionista y consejero al comprarle su paquete accionarial a Del Nido. Hace apenas unas semanas volvió a venderle ese 8,5% del Sevilla al expresidente tras salir de prisión. También mantuvo su palabra: declaró a este mismo periódico que, siempre que Carlos González estuviera en modo venta, él estaría siempre dispuesto a intentar hacerse con el control del Córdoba. Si todo sigue su curso, será el próximo presidente del club blanquiverde, al que aportará tres consejeros más, mientras que Oliver, que no será consejero, aportará otros tres. Su entorno asegura que cuando llegue a la presidencia será lo opuesto a su antecesor, ya que es lo que ven en él en su desempeño profesional: dialogante, poco amigo de las estridencias, abierto a sugerencias siempre y con una clara idea del mapa que le rodea. «A cada uno, lo que le corresponde, sin complicaciones y razonándolo», comentan.