Chris Froome ya rueda este miércoles por las carreteras que comunican la población malagueña de Mijas con Granada. La noticia no tendría mayor importancia en febrero, el mes habitual para que la mayoría de corredores acaben de incorporarse a la competición, si no fuera porque el cuatro veces ganador del Tour y vencedor también de la última Vuelta se encuentra en el ojo del huracán con el riesgo de que pueda ser suspendido si se demuestra que el control positivo con salbutamol (el fármaco contenido en el inhalador conocido como ventolín) fue ocasionado con fines de dopaje y no por un descuido o mala asimilación orgánica en la eliminación del producto.

Froome se ha convertido en el principal reclamo de la Vuelta a Andalucía, que finaliza el domingo, con más de 150 periodistas acreditados, a la caza y captura de una declaración del ciclista británico. Incluso, David Lappartient, el dirigente francés que ocupa la presidencia de la Unión Ciclista Internacional (UCI) desde septiembre, se ha mostrado partidario a una auto suspensión de Froome mientras no esté resuelto el caso, que puede alargarse varios meses.

Más opositores

También varios corredores han expresado públicamente su oposición a que Froome pueda competir. Sin embargo, ningún estamento (ni la propia UCI, ni la federación británica, ni las autoridades deportivas de su país) lo han suspendido y el Sky, la escuadra ciclista que lidera, le mantiene la confianza y defiende su inocencia; razón por la cual esté compitiendo en Andalucía, donde también ha debutado su excompañero y ahora uno de los líderes del Movistar, Mikel Landa.

Froome no está suspendido y puede correr sin problema alguno. El salbutamol no es una sustancia prohibida, si no que se puede inhalar libremente para combatir las alergias y los problemas respiratorios siempre y cuando no se supere un límite, lo que le ocurrió a Froome a tres días de confirmar su victoria en Madrid, en la última Vuelta. Por esta razón, el ciclista británico, su equipo, los científicos y asesores que ha contratado deben demostrar que no hubo mala intención por parte del ciclista y demostrar por qué apareció un límite del salbutamol por encima de lo permitido.

Tema complejo

El tema es muy complejo, de ahí que se pueda alargar, según algunas fuentes, incluso todo el año 2018. Si Froome demuestra su inocencia no le ocurrirá nada pero cualquier sanción, incluso una advertencia, le supondría la pérdida de la Vuelta 2017 y, además, sería borrado de todas las clasificaciones realizadas durante el periodo que sea castigado.

En el 2011 ya hubo un precedente. Alberto Contador decidió competir mientras no se resolvía el famoso 'caso del solomillo'. Al final fue sancionado y perdió varios títulos en carreras donde no había tenido problema alguno con el antidopaje como el Giro y la Volta 2011, que pasaron al palmarés del malogrado Michele Scarponi.

Por esta razón, desde Italia, ya se han filtrado declaraciones próximas a la organización del Giro, carrera que espera disputar el británico, en las que se descubre el malestar por tener en la lista de salida a un ciclista pendiente de sanción o no, y que, además, puede ganar la carrera.

La internvención del TAS

Sin embargo, todo es muy complicado porque en el caso de que Froome fuera rechazado por la organización del Giro (o del Tour), el corredor tendría derecho a pedir la mediación del TAS (Tribunal del Arbitraje Deportivo). En casos precedentes, el TAS siempre ha acostumbrado a fallar a favor del deportista. De ahí, que la UCI sea partidaria de que Froome se aparte de la competición de forma voluntaria.

"El proceso era confidencial y se hizo público por una filtración. Pido un proceso justo y que no se me haga ningún trato de favor", ha afirmado Froome, en declaraciones recogidas por 'AS', poco antes de tomar la salida en la ronda andaluza.