Los frenos de disco llegaron al pelotón profesional a finales del 2015 y ya empezaron a verse forma masiva a partir de la temporada siguiente. Vinieron no solo para quedarse sino para que con el paso del tiempo los tradicionales de zapata, como antaño ocurrió con los calapiés, los cables que colgaban por todas partes de la bici, el hierro y luego el aluminio de los cuadros, quedasen para el museo de los recuerdos. Nadie se atreve a aventurar cómo serán las bicicletas del futuro. Pero solo con que se descargue y amplíe una foto de Miguel Induráin, quien ayer cumplió 55 años, con su vehículo de combate en sus cinco Tours, se apreciará la diferencia.

Se dirá que con los discos los corredores ganan seguridad a la hora de frenar, sobre todo en mojado, lo que no deja de ser cierto. Pero la verdadera razón, casi la única para la exhibición durante el Tour, como ocurrió en el Giro y pasará en la Vuelta, es simplemente comercial. Los grandes fabricantes del sector han apostado por ellos. Es la última novedad del mercado -junto a las bicicletas eléctricas cada vez más en auge- y ya, quien quiera comprarse una bici nueva, a no ser un tradicionalista, que también los hay y muchos, solo mirará las que llevan frenos de disco. Y más con los profesionales en acción luciéndolos en las bicicletas.

LA OPINIÓN DE DELGADO

Una de las principales marcas que hay, Specialized, ya viste a las bicicletas que llevan sus equipos, Bora y Deuceninck, o lo que es lo mismo, Sagan, Alaphilippe y ahora Mas, con frenos de disco. Y lo mismo hace su competencia estadounidense, Trek. Canyon reparte suerte entre los dos conjuntos que patrocina, A los chicos del Katusha, que ya saben que la escuadra suiza con capital ruso no seguirá el año que viene, y a Movistar los dividen entre discos y zapatas. Los corredores del conjunto español tienen constancia, sin embargo, que en el 2020 también se incorporarán al nuevo mercado y los mecánicos de la escuadra han acudido de forma regular a cursillos para que su ingenio no quede contrarrestado con los nuevos materiales.

Atrás han quedado las quejas, que si cortan la piel en caso de accidente, como denunció Fran Ventoso, ausente del Tour, en la París-Roubaix del 2016. "Son un gran invento. No lo negaré. Pero en el ciclismo profesional cuanto más frenas más tiempo te cuesta luego impulsar la bici. En cambio, al cicloturista le van fenomenal porque se gana en seguridad, sobre todo en caso de lluvia", explica Pedro Delgado, quien desde hace poco se ha acogido al nuevo sistema.