Hay muchas cosas evidentes en la actual crisis que vive el Barça, pero, sin duda, la más clara y dañina (incluso peligrosa) es la desconexión que existe entre la junta directiva, la secretaria técnica del club y la plantilla azulgrana, liderada por tres capitanes (Andrés Iniesta, Leo Messi y Sergio Busquets), que no se reprimen en absoluto a la hora de mostrar su desencanto y desacuerdo con muchas de las decisiones que ha tomado Josep Maria Bartomeu. Iniesta ni ha renovado, ni lo pretende; Messi ha renovado, pero no ha firmado y Busi se atreve a pedir (exigir) refuerzos ante la sorpresa general.

Tras el cierre de una de las peores temporadas de la última década, tras comprobar que, en efecto, el virtuoso Barça ha pasado del triplete al doblete y, al final, a solo la Copa del Rey, tras vivir con sorpresa y desconocimiento absoluto ("Neymar se queda al 200x100", llegó a decir Jordi Mestre, el vicepresidente deportivo) la huida y traición del valioso jugador brasileño y tras comprobar que Robert Fernández no posee, ni mucho menos, el carisma y la organización que dirigía Andoni Zubizarreta a la hora de fichar, vender y remodelar la plantilla (faltan ocho días para el cierre del mercado y el Barça sigue en pañales), se produce lo que, irónicamente, algunos han titulado como 'el motín de Instagram', las fotos en las que Messi y Gerard Piqué, el más catalán y líder nunca votado por sus compañero como capitán, se mofan del club y de su presidente, que acaba de demandar a Ney.

Justo en el momento en que se le reclama a Bartomeu un gesto de autoridad, los jugadores parecen haberse hecho con el control de la entidad. A su manera, claro, que no es otra que la mediática, mientras el club vive un periodo de incertidumbre total, con decenas de millones de euros en su caja fuerte y sin saber cómo invertirlos. Conociendo como conocen a sus estrellas, la directiva ha restado importancia al 'motín de Instagram' en casa de Neymar.

"SU PUÑETERA REALIDAD"

"No vamos a mentir, no nos ha gustado. Son imágenes inoportunas en un momento delicado. Solo eso. Nadie en el club le ve mala intención a esas fotos", señaló a este diario una fuente autorizada. Ya con más ironía, otro alto cargo dijo: "Viven en su puñetera realidad. Nada más. Estoy convencido de que no tenía ni idea de lo que ocurría. El vestuario no deja de ser un colegio. A menudo, demasiado a menudo, los jugadores no piensan en el sentir del socio ni cómo sus gracias pueden afectar a los aficionados".

Eso sí, por primera vez en mucho tiempo, el club, la directiva liderada por un cada vez más aislado y solitario Bartomeu, reconoce que le falta un contacto, un interlocutor, un mediador entre la entidad y el vestuario azulgrana. Sopesa, por tanto, buscar a alguien para desempeñar un trabajo que no es nada sencillo.

Ese papel también lo desempeñaba Zubi, a quien muchos empiezan ya a echar en falta, no solo por esa función de mediador, sino porque, junto a Albert Valentín y Narcís Juliá, parecían tener totalmente estructurada la remodelación y mejora paulatina de la plantilla a medida que Iniesta, Busquets, Piqué y Messi fuesen envejeciendo. La falta de ese interlocutor es lo que ha permitido, por ejemplo, que Messi&Cia fuesen siempre uno, dos y hasta tres pasos por delante de la junta en cuanto al conocimiento y seguridad de que Neymar les iba a abandonar.

Resulta incomprensible que, ya en la boda de Messi, los líderes del vestuario supiesen que Ney se iba. Resulta increíble que, en plena gira norteamericana, Piqué y sus amigos confirmasen que Ney ya había firmado. Y, resulta ridículo, pese a que el club le quita hierro al asunto, que las vacas sagradas celebren el regreso de Ney a Barcelona, justo cuando el Barça le demanda por decenas de millones de euros y alta traición. Puede que no sea un motín, puede que el divorcio no sea total, pero suena, sin duda, a desconexión, a falta de 'feeling' e indiferencia, y encima pocos días después de que Piqué, que se atreve a todo, dijese a TV-3: "No es el mejor momento ni del equipo ni del club. Parece que vamos por camino separados y deberíamos estar unidos, todos a una".

COMIDA DE HERMANDAD

La fiesta en el patio del cole de Neymar concluyó a última hora de la tarde del martes, pero el brasileño, pese a que ayer debía entrenarse con el PSG a las 11 de la mañana, en París, no se fue de Barcelona, en compañía de Dani Alves, hasta la una y media de la madrugada en su jet privado después de cenar en un restaurante barcelonés con Paulinho, que, nada más llegar a Barcelona, ya descubrió donde están las risas y se apuntó.

Mientras Ney regresaba a la disciplina del PSG, la plantilla azulgrana, con Ernesto Valverde al frente (lo que le da un toque de normalidad al evento), celebró una comidad de hermandad, dicen que para dar la bienvenida a los nuevos. A los pocos nuevos.

EL CONTROL DE CAJA

Con la oposición en plena efervescencia y una moción de censura en marcha, Bartomeu, que, de momento, prefiere mantenerse en silencio, intentará reconstruir los puentes con el vestuario (lo primero que debería conseguir es la firma de Messi) e intentar invertir de la mejor manera posible los millones que ha dejado Neymar Júnior. Lo cierto es que, de momento, Íñigo Martínez, más que probable petición de Valverde, no ha llegado y Jean Michael Seri, del Niza, uno de los preferidos de Robert Fernández ha sido censurado por el resto del comité técnico y no vendrá. Suena a broma, pero así es.

No deja de ser curioso que, pese a presentar la demanda contra Neymar el pasado 11 de agosto, el club esperase al ataque despiadado del brasileño contra la directiva de Bartomeu para hacer pública la reclamación económica a la familia brasileña. “Lo único que intentamos hacer -defiende otra fuente autorizada del club—es defender y salvaguardar la caja del Barça; otros, desde la oposición, lo único que quieren es, sencillamente, recuperarla. Y me temo que los que juegan, ya la tienen".