No todo es el éxito. No todos son victorias, ni siquiera horas de entrenamiento buscando la forma más optima para acabar el domingo la Vuelta en segunda posición o hace un año convertirse en campeón del mundo. Alejandro Valverde entró en el 2012 en un túnel que no solo pudo poner fin a su carrera deportiva sino, incluso, destruirlo como persona. Necesitó ayuda médica, primero un psicólogo -"salía de cada sesión peor que entraba"- y luego un psiquiatra que fue quien le recetó una medicación, corta pero efectiva, que le recondujo por la senda que lo han convertido en una de las estrellas ciclistas más longevas en la historia de este deporte.

Esta es la principal confesión que el jersey arcoíris -prenda que vistió en competición por última vez el domingo aunque lo llevará entrenando hasta la hora cero del Mundial de Yorkshire (29 de septiembre)- efectúa en el documental 'Un año de arcoíris' que se emitirá este miércoles, a las 22 horas, en #Vamos con diversas repeticiones en Movistar TV. A lo largo de una hora y 10 minutos el campeón del mundo descubre su intimidad, a través de diversas entrevistas, todas ellas conducidas por la periodista Mónica Marchante.

Valverde tuvo que pasarse un año y medio sin poder competir a causa de una suspensión por dopaje y cuando regresó, a pesar de que nunca dejó de entrenar, sin conocer una razón aparente, entró en una depresión. Cuando se acostaba sentía cosquilleos y sobre la bici mareos y miedo a caer cuando llegaba un descenso. "Si había curvas en la bajada podía más o menos controlar la bici, pero si era larga y con rectas me mareaba y tenía pánico a caerme. Y no me pasaba solo con la bicicleta. No podía ni conducir. Creía que en una autovía me marearía y perdería en control del coche. Natalia (su mujer) era quien siempre se ponía al volante".

Los Juegos de Tokio

Comprendió que solo no iba a superar la crisis. "Enseguida me dijeron que se trataba de una depresión". El 2012 comenzó a marcar la nueva época de Valverde, liberado de las influencias del pasado. No llevaba bien la temporada. De hecho, empezó a cambiar la suerte cuando ganó la etapa del Tour en los Pirineos que terminó en Peyragudes. Fue la señal para terminar la Vuelta en segundo lugar, en la famosa edición en la que Alberto Contador sentenció la prueba para destronar a Purito en la histórica etapa de Fuente Dé.

Pasó mucho antes de la Vuelta finiquitada el domingo, con Valverde plantado en la segunda plaza de la general por detrás de Primoz Roglic. "Fue increíble terminar allí subido junto a dos corredores más jóvenes que yo". De hecho, cualquiera que lo hubiese acompañado habría sido más joven que un Valverde que ya va camino de los 40. "Hay que buscarse retos y el mío el próximo año será intentar ser campeón olímpico en Tokio. Hay tiempo para estudiar la planificación".

Ciclistas con futuro

Valverde defiende que hay futuro en el ciclismo español con dos corredores ausentes de la Vuelta (Mikel Landa y Enric Mas) y con Marc Soler, y también que le supo muy mal los comentarios que escuchó en el pelotón camino de Toledo tras atacar el Movistar tras una caída en la que se vio envuelto Roglic. "Soy un ciclista respetado y no me gusta que mis compañeros me miren mal. No es agradable acelerar cuando hay una caída".