Fue una despedida triste, pero emotiva. David Ferrer, el alicantino de 36 años que hace 10 temporadas llegó a ser número 3 del mundo y que se quedó a las puertas de ganar un grande en varias ocasiones, se retiró lesionado del que ya había anunciado que sería el último torneo de categoría Grand Slam de su vida deportiva, el Abierto de EEUU.

El veterano jugador estaba plantando cara al número 1 mundial, su amigo Rafael Nadal, pero iniciado el segundo set tuvo que se atendido de una dolencia recurrente en el sóleo de la pierna izquierda y, poco después, cuando dominaba por 4-3 la segunda manga, enfundó las raquetas y se despidió del US Open, de Nueva York y del público que le aplaudía, emocionado, en la pista central Arthur Ashe. Nadal fue de los primeros en abrazarle y lamentar su prematuro adiós. «Estoy triste por él, hemos compartido grandes momentos juntos», aseguró el mallorquín.

Ferrer, el tenista de Xàbia, ya no jugará ningún Grand Slam más, pero tras unos meses de descanso para recuperarse de la pierna, tiene pensado emprender una pequeña gira sobre tierra batida -en los torneos de Buenos Aires y Acapulco- antes de retirarse definitivamente en casa, «con mi gente y mi familia», en las citas de Barcelona y Madrid.