Terminó el verano más negro del Barça. Negro porque fue incapaz de gobernar en el mercado de fichajes. El verano en el que Neymar se fue al PSG sin que el club detectara durante meses que una de sus grandes estrellas estaba preparando en silencio su marcha.

El verano en el que recibió una fortuna (222 millones de euros, la cláusula de rescisión del jugador brasileño) y terminará invirtiendo 232. El verano en el que, además, fichó al jugador más caro de su historia (Dembélé, un prometedor talento de 20 años,costó 105 más 40 en variables) y estuvo hasta el último suspiro pensando en fichar a Di María (29 años), pero las «desorbitadas», según el club azulgrana, peticiones de la entidad parisina frustraron esa desesperada operación.

Negro resultó el verano para el Barcelona porque exhibió a ojos del mundo su debilidad. No tuvo energía para convencer y retener a Neymar, a pesar del famoso «se queda» de Piqué ni tampoco tuvo la habilidad necesaria para conseguir las operaciones que había diseñado en el plan inicial: Coutinho, Verratti y Bellerín. Ninguno se vestirá de azulgrana.

ROBERT Y SOLER, SEÑALADOS / Ni una sola de las primeras opciones le salió bien al Barça. La idea de la junta para regenerar al equipo fracasó de tal manera que dejó al descubierto una errática política, que puede tener consecuencias inmediatas en el club.

Dos horas antes del cierre de mercado, el Barcelona emitía un escueto comunicado para informar de la comparecencia ede hoy de Albert Soler, director de deportes profesionales, y de Robert Fernández, el secretario técnico. Es habitual, tras cada cierre de la ventana de fichajes, que los responsables ofrezcan una rueda de prensa, pero nunca con tanta celeridad, conscientes de que están en el punto de mira.