La tiradora baenense Fátima Gálvez ya durmió ayer en Granada, agotada y con ganas de desconectar, tras acabar el viaje más largo y difícil de su vida. La pesadilla que vivió durante 24 horas al estar retenida en el aeropuerto de Dubái, junto a los otros compañeros de selección que disputaron la final de la Copa del Mundo en Nueva Delhi, terminó afortunadamente con un final feliz. Ayer llegaron los cuatro tiradores españoles a Madrid, dieron una rueda de prensa en el Consejo Superior de Deportes y cada uno puso rumbo a su casa. Por cierto, que la presencia de Fátima Gálvez en el CSD fue aprovechada por su presidente, José Ramón Lete, para entregarle las medallas de la Real Orden al Mérito Deportivo, de bronce del 2015 y de plata del 2016.

Fátima Gálvez recordó que sus 24 horas más largas comenzaron cuando al llegar al aeropuerto de Dubái «faltó la documentación de la escopeta de Antonio Bailón por un error de la policía o la compañía aérea. Primero dijeron que retenían a Bailón pero dos minutos más tarde que a los cuatro. Nos consideraron como terroristas todo el tiempo. No nos dejaban hablar entre nosotros y teníamos que hablar a escondidas por teléfono. Primero nos ayudó un amigo mío que es tirador y policía allí que nos traía bocadillos, patatas o café. Luego vino el cónsul español pero no vinieron desde la embajada hasta que no tuvieron toda la documentación que hacía falta. Hasta teníamos que ir acompañados al baño».

La baenense, que obtuvo en Nueva Delhi su única medalla internacional del año al ser plata en individuales, asume que «ha sido un año difícil, pues estrenaba mi nueva escopeta Beretta y siempre cuesta adaptarse a un cambio así. Pese a todo he estado en cinco de las seis finales y en una no entré por el desempate. El próximo año cambiaré de entrenador, pues se acaba el contrato con Luca di Mari y voy a buscar otro técnico».