En la infancia y adolescencia de niños y niñas ha estado presente el fútbol, en mayor o menor medida. En esas partidas callejeras o de recreo era muy común la ‘desagradable’ sensación de querer ser el portero. Ya sea porque es quien recibe los ‘pelotazos’ o por la soledad que pasa cuando su equipo ataca. De ahí aquello de rotar cada vez que se recibía un gol.

Pero con el paso del tiempo la imagen del portero ha cambiado totalmente y ahora son figuras reconocibles a la altura de los grandes cracks, ya sean Iker Casillas, Buffon, Oblak, Keylor Navas, Ter Stegen, Luis Amado o Chus Herrero -estos últimos de fútbol sala--.

En Córdoba ese ánimo por ser portero se está fraguando de manera vertiginosa, gracias a la labor que realiza la Escuela de Porteros Cristian Ramos. El actual portero del Itea Córdoba Futsal emprendió hace cuatro años esta aventura, junto con José Manuel Domínguez -entrenador de la Federación Andaluza— y con Alberto Porras, director deportivo de La Salle. «Al principio comenzamos con niños del club, pero poco a poco la escuela ha ido creciendo y hemos cogido más niños», apunta un Cristian que cuenta este año, entre fútbol y fútbol sala, con 25 alumnos.

Varios alumnos realizan un ejercicio durante un entrenamiento. / MIGUEL ÁNGEL SALAS

A primera hora de la tarde, Cristian, junto con el otro entrenador Carlos Alarcón -portero del equipo de fútbol sala de La Salle en Tercera--, entrena con los niños de los equipos de fútbol. Tras una hora de entrenamiento, prepara a los porteros de fútbol sala. «Ellos siempre me ven por la tele y me lo dicen, al igual que mi hija», apunta entusiasmado Cristian. En este deporte, a partir de categoría cadete y dependiendo de las características de cada alumno, realiza trabajo específico «para potenciar el desarrollo muscular de cada portero». Pero el día no acaba ahí para el guardameta cordobés del Itea Córdoba. Tras dos sesiones de tecnificación de porteros, Cristian entrena durante una hora con el cadete B de fútbol sala de La Salle. «Cuando acabo debo tomarme un café rápido porque a las 21.30 entreno con el Itea. Por ello, «cuando llego a casa a las doce de la noche voy directo a dormir».

UNA ESCUELA EN AUGE

Es un proyecto formativo y educativo, y por ello la intención es «intentar llegar a más clubs, no solo de fútbol sala, ya que los entrenadores de fútbol no disponen de tiempo suficiente para trabajar específicamente con los porteros; aún recuerdo cuando jugaba de pequeño que los porteros se apartaban durante un rato y debíamos entrenar por nuestra cuenta», recuerda Cristian, quien no se olvida «de los entrenadores y personas que trabajan cada día para conseguir el mejor rendimiento de los niños tanto en el aspecto personal como el deportivo».

En definitiva, una buena oportunidad para crear una fábrica de porteros en Córdoba en la que sus alumnos ya tienen un referente en cada partido del Itea Córdoba en Vista Alegre. Otra muestra más del potencial del deporte de base y su labor socio-educativa para construir no solo buenos deportistas, sino mejores personas.