Confesaba la centrocampista Paula Fernández que cuando se inició el Mundial sub-20 en la Bretaña francesa, en la concentración de la selección española la posibilidad de llegar a la final se contemplaba como «algo utópico, un sueño». Pues bien, el sueño se cumplió. Y en la final frente a Japón tocó despertar. Fue un despertar duro, cruel. Y no solo porque el intachable campeonato realizado por el conjunto de Pedro López había disparado las expectativas (como demuestra la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el estadio La Rabine, de Vannes), sino porque en la primera media hora de partido solo existió un equipo sobre el césped. Y no era el que ha acabado ganando. No era Japón.

La victoria final de las niponas (1-3) confirma la hegemonía asiática en la categoría (recogen el testigo de Corea del Norte, que se hizo con el triunfo en el Mundial sub-20 celebrado en el 2016 en Papúa Nueva Guinea) y corta la racha del fútbol femenino español, que en los últimos meses había conquistado las coronas europeas sub-17 y sub-19.

DOMINIO ESPAÑOL

España entró bien en el partido: dominando la posesión, imponiendo su físico en las jugadas a balón parado y llegando con peligro una y otra vez a la meta defendida (espléndidamente defendida) por Hannah Stambaugh. Los precisos desplazamientos largos de Patri Guijarro encontraban casi siempre a Eva Navarro, que en la punta derecha del ataque se convertía en una pesadilla para la ordenada defensa nipona. Pero los minutos iban pasando sin que el dominio y las ocasiones se transformaran en goles.

No había habido en el partido apenas noticias de Japón, selección que deslumbró en las semifinales frente a Inglaterra, hasta que en el minuto 38, Miyazawa, tras un caracoleo, se ha sacado de la bota derecha un disparo delicioso desde el balcón del área que ha pasado por encima de la portera mallorquina Cata Coll para acabar en la red. La selección española ha acusado el golpe; en los últimos cinco minutos de la primera parte ha sufrido más que en los 40 anteriores, y no se ha ido al vestuario con una desventaja de dos tantos gracias a que Coll evitó un tanto cantado de Jun Endo.

La segunda parte fue muy diferente. La urgencia desdibujó el juego del combinado español, incapaz de mantener el control. Con el partido abierto, las japonesas aprovecharon las imprecisiones de sus rivales y han explotado su exquisita técnica para blindar la victoria con dos hermosos goles de Takarada (55’) y Nagano (64'). Vistos los méritos de unas y otras, el castigo ya no solo era injusto; era atrozmente cruel. A partir de ahí, el corazón empujó más que la cabeza a las futbolistas españolas. Fue lo que empujó a Candela Andújar a cazar un buen centro en el segundo palo para batir a Stambaugh en el 70’. Quedaba tiempo para intentar un milagro que parecía imposible y que habría estado al alcance de la mano si en el 72’ un disparo de Claudia Pina repelido por el larguero hubiera ido un par de centímetros más abajo. Al final, el paso de los minutos se alió con Japón y dejaron en las españolas unas lágrimas de plata.