Aquel 22 de junio de 2014 el Córdoba conseguía su mayor hito en los últimos 42 años, los que habían transcurrido desde que abandonó la Primera División en 1972 hasta que regresó, en aquel partido para la historia, a catar las mieles de la máxima categoría del fútbol nacional.

La imagen se congeló a casi minuto y medio del final. El Córdoba perdía por 1-0, el tiempo de descuento avanzaba en su primer minuto de añadido y Las Palmas era, virtualmente, equipo de Primera. Era el último partido del play-off de ascenso, después de que los blanquiverdes, entrenados por Albert Ferrer, hubiesen eliminado al Murcia en la primera eliminatoria. El 0-0 de la ida en El Arcángel dejaba todo para decidir en el isleño estadio de Gran Canaria. Con el tiempo reglamentario cumplido, minuto y medio del descuento consumido, Las Palmas vencía por 1-0 con gol de Apoño, en una jugada en la que falló Raúl Bravo. Un protagonista de lo que estaba por venir.

La afición amarilla saltaba al césped del estadio de Las Palmas y el árbitro paraba el partido. Delegados de campo, jugadores y hasta el presidente de Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, trataban de dialogar con el colegiado, Sánchez Martínez, para convencerle de la mejor decisión para sus respectivos equipos. Ocho minutos estuvo el crono congelado con el minuto y 29 segundos de descuento transcurrido, con los protagonistas hablando con el árbitro, más espectadores saltando al campo y una imagen que hoy es tremendamente familiar y curiosa. Los dos pesos pesados de Las Palmas que más insistentemente conversaban con el árbitro eran Aythami y Deivid. Ambos, con el tiempo, acabarían fichando por el Córdoba. Y ambos, ya en esta temporada 2018/19, regresarían a Las Palmas. Ninguno de los dos saltará hoy como titular al estadio de Gran Canaria. Aythami, de hecho, tiene una lesión que le hará perderse lo que resta de campaña. Deivid, por su parte, lleva tres jornadas sin disputar un minuto y apenas ha jugado 126 minutos con su actual entrenador, Pepe Mel.

Pero ni Deivid ni Aythami pudieron aquel día cubrir a Raúl Bravo cuando este recibía en el segundo palo un centro lateral de Pelayo, en el minuto 2 y 23 segundos de descuento, a 37 segundos del final. Tampoco estuvieron ágiles para bloquear el rechace tras tocar el balón el portero Barbosa. La pelota le caía a Uli Dávila, que remataba a placer y le daba el ascenso a Primera al Córdoba.

Hoy la historia puede ser muy distinta. El fútbol puede ser cruel, y donde entonces cató las mieles del éxito hoy puede confirmar su descenso al infierno de la Segunda División B. El estadio de Gran Canaria es el lugar en el que el Córdoba puede descender con unos protagonistas muy distintos a los de aquel ascenso. Ninguno de los 18 jugadores convocados aquel 22 de junio del 2014 está hoy en el Córdoba. Todo ha cambiado. Además, es la primera visita de los blanquiverdes a ese campo después del ascenso.

Es cierto que el tiempo de descuento de aquel partido demuestra que la esperanza es lo último que se pierde, que cuando menos se espera se puede lograr la proeza. Pero a buen seguro que la inmensa mayoría de cordobesistas encenderá la televisión hoy a las 20.00 horas y recordará el partido del 2014 con una mezcla de nostalgia y rabia. Y con el deseo de que el milagro ocurra, que el Córdoba gane hoy y luego lo haga cuatro veces más, la carambola suceda y salve la categoría, poniendo la primera piedra en Las Palmas, donde todo fue posible una vez, no hace tanto tiempo.