FECHA: 18 de junio de 2005.

LUGAR: Estadio Municipal El Arcángel.

PARTIDO: Córdoba CF - Real Valladolid (partido correspondiente a la jornada 41 del campeonato de Liga 2004-05 en Segunda División, 3-4).

LA SITUACIÓN

Para entendernos: el Córdoba estaba resucitando de entre los muertos en la Liga 2004-05. Después del peor arranque de su historia (7 puntos de 54), tres destituciones de entrenador (Esteban, Roberto y Crispi) y una revolución de fichajes en el mercado invernal, el equipo había logrado depender de sí mismo para salvarse en las dos últimas jornadas. Tenía que ganar los seis puntos, obviamente.

La afición tenía esa sensación típicamente cordobesista de que podía ver un milagro o un petardazo para los anales. El Valladolid no se jugaba absolutamente nada -clasificatoriamente hablando- y los blanquiverdes se disponían a culminar una de las mayores gestas en la historia del fútbol español. Juan Carlos Rodríguez, el director deportivo, había decidido desempolvar el chándal para ponerse al frente de una formación que él mismo había reconstruido a golpe de talonario (el del club, no el suyo) para aumentar un presupuesto bestial. Era el año del cincuentenario de la fundación del Córdoba y se hizo un plantillón, pero... Mucho nombre y poco resultado. Al final tenía la permanencia en juego. Era el partido clave. Luego quedaba uno más, en el Heliodoro Rodríguez, ante un Tenerife salvado. Se hablaba de fletar aviones para los aficionados, de la fiesta de la salvación... Pero quedaba un partido. Ese partido.

¿QUÉ OCURRIÓ?

Gradas repletas, corazones a mil pulsaciones, intereses cruzados y rumorología de todo tipo. El escenario clásico de los finales de Liga cuando la supervivencia está en juego. El Córdoba presentó una alineación inicial compuesta por Saja, Marc Bertrán, Berruet, Pierini, López Ramos, Cristian Álvarez, Txiki, Leo Jiménez, Marchiori, Ruano y Anderson Costa. Dos argentinos, dos brasileños, un venezolano y un italiano en uno de los onces más internacionales de la historia del club. Salieron también Jonay, Sérvulo y Selu.

Aquello tomó pronto muy mal color. Antes de la media hora, el marcador señalaba un incomprensible e inapelable 0-3, tras goles de Víctor, Óscar Sánchez y Chema. Cristian Álvarez acortó distancias en el minuto 29 y luego hizo el 2-3 en el 36 tras un penalti que supuso la expulsión del meta Lledó. Parecía que el desastre podía tener reparación. El portero Albano Bizarri se erigió en una de las bestias negras del cordobesismo con un recital de paradas hasta el final. Después del 2-4, firmado por Jesús Sánchez en el minuto 45, al Córdoba solo le quedó lanzarse a la heroica.

Anderson Costa colocó el marcador en 3-4 y aún quedaba casi media hora de juego, pero nada cambió. Cuando Clos Gómez pitó el final, los jugadores del Córdoba se derrumbaron sobre el césped entre lágrimas. La ovación del público, puesto en pie, fue estruendosa. El Córdoba CF acababa de consumar su descenso matemático a Segunda B.

¿QUÉ PASÓ DESPUÉS?

El Córdoba ganó el último partido en Tenerife, pero de nada le sirvió. Celebró su medio siglo de vida con un descenso. El director deportivo, Juan Carlos Rodríguez, salió aclamado del estadio. Montó la plantilla para el curso siguiente, contando un núcleo importante de jugadores (Pierini, Pablo Villa, Txiki, Sierra...) y fichando como entrenador a Quique Hernández. Rodríguez pidió la baja por motivos médicos, se marchó y no regresó más. A Hernández lo despidieron a los dos meses y el Córdoba llamó al de siempre: Pepe Escalante. El resto es historia.