El fútbol en la era del coronavirus depara estampas inimaginables incluso en un filial como el Recreativo Granada, el rival del Córdoba CF. Un brote de coronavirus en muchos futbolistas del primer equipo del Granada provocó que hasta seis jugadores de su filial tuvieran que viajar, a última hora, para disputar el partido de Primera División en San Sebastián ante la Real Sociedad.

Por eso este domingo, en la Ciudad Deportiva nazarí, el Recreativo Granada solo tenía a cinco jugadores en el banquillo. Su entrenador, David Tenorio, hizo su primer cambio en el minuto 80. Los chavales del filial rojiblanco no escatimaron en esfuerzo y sacrificio.

Las instalaciones del club granadino, construidas hace menos de un lustro por Jesús León, expresidente del Córdoba CF, están adaptadas a las necesidades de un equipo de Segunda B. Además, el club granadino pretende ampliarlas y tiene terrenos alrededor para poder hacerlo. Los periodistas acreditados fueron los únicos que pudieron entrar a la Ciudad Deportiva junto a los dirigentes de ambos clubs, los dos cuerpos técnicos, los árbitros y los jugadores. Aunque lo hicieron a menos de 20 minutos del inicio del partido. Un control masivo en unas instalaciones fuertemente custodiadas para evitar nuevos contagios en el club nazarí.

El aspecto de la ciudad de Granada no era mucho mejor. Con más de 1.200 contagios por cada 100.000 habitantes el habitual tráfico que llena de vehículos sus calles deja paso ahora al silencio más descarnado. La orgullosa Alhambra aguardaba entre las nubes de Sierra Nevada a la llegada de tiempos mejores.

El protocolo anticovid dispuesto por el Granada impedía que los fotógrafos pudieran colocarse en su ubicación habitual, a ras de césped en las bandas. Los cámaras de televisión grabaron el partido desde un andamio a varios metros de altura y los asientos de la única grada estaban separados por varios metros de distancia.

Todo ello pensado en disputar el partido con las máximas garantías sanitarias. Varios empleados de diversas áreas del club granadino están confinados en sus domicilios. El brote de coronavirus que afectó al primer equipo lleva semanas lastrando el devenir deportivo del Recreativo Granada.

Entrar en el campo en el que jugó el Córdoba CF se convirtió en un auténtico privilegio. Los aficionados de ambos equipos tuvieron que conformarse con ver el partido en sus casas a través de Footters.

Sin embargo, no todo es negativo en este fútbol duramente marcado por el coronavirus. Por ejemplo, al presenciar el encuentro a un par de metros del terreno de juego, las conversaciones entre futbolistas y de estos con el árbitro son perfectamente audibles. En el minuto 5 Manu Farrando avisaba al extremo local Diego que no debía “tocarse la cara” porque no le había dado en el rostro.

Los jugadores del Recreativo Granada aprovecharon la casera actuación del árbitro, Collado López, para retorcerse en el suelo cada vez que chocaban en un balón disputado con un futbolista blanquiverde. Javi Flores asistía cariacontecido a la decisión del colegiado de no sancionar con falta, menos aún con cartulina amarilla, varias duras entradas recibidas por el capitán.

Eso sí, estar tan cerca de los protagonistas en la coqueta grada de la Ciudad Deportiva nazarí también tiene sus riesgos. Uno debe evitar comentarios sobre el árbitro para evitar que estos se enteren. Las narraciones de los periodistas radiofónicos sacaban la sonrisa de más de uno y el mayor riesgo, más allá del calor que apretaba cuando el sol se dejaba ver, estaba en la posibilidad de salir antes de tiempo con un pelotazo en la cara.

Pero no llegó la sangre al río. Los recogepelotas corrían de lo lindo para surtir de balones a los jugadores del Recreativo Granada conforme el reloj avanzaba y la victoria del Córdoba CF parecía, solo parecía, cada vez más segura. Manuel Robles, el segundo de Juan Sabas, era el encargado de corregir las posiciones de sus jugadores y de pedir más intensidad en determinadas jugadas que podían dejar opciones de ataque a los delanteros nazaríes.

Bernardo Cruz avisaba a sus compañeros que “solo faltan 10 minutos” y todos, locales y visitantes, creían que el 0-1 sería el marcador definitivo. El premio al trabajo le llegó a Nuha Marong en la última jugada del partido. Que, como certeramente apuntó Sabas unos minutos después, ante los medios, no tuvo que haberse disputado. El linier indicaba al árbitro principal que el tiempo estaba cumplido pero este dejó que se sacara una falta en el centro del campo. Por cierto, varios metros por delante del lugar de la acción. El resto ya lo saben todos los cordobesistas.

La sensación con el empate a uno final fue de una evidente desazón. El jarro de agua fría era importante. Las caras de los jugadores del Córdoba CF eran de tristeza mientras que, en el bando granadino, el punto sabía a oro. Los chicos del filial del Granada celebraron efusivamente, en el centro del campo, el gol de un Nuha Marong que se convirtió en el héroe local.

Javier González Calvo, Juanito y Miguel Valenzuela comentaban entre susurros mitigados por el sonido de sus zapatos sobre la grava de la rampa de salida los momentos más importantes del partido. No pudo ser. La alegría de unos jugadores locales que debutaban tras semanas apartados de la competición era comprensible. Y el viaje del Córdoba de regreso a la ciudad califal tuvo que ser, muy probablemente, bastante silencioso. El primer pinchazo a domicilio llegó minutos antes de que el presidente de la Junta, Juanma Moreno, decretara nuevas medidas restrictivas en Andalucíanuevas medidas restrictivas en Andalucía. Y Granada, como Córdoba, lucía triste y apagada, lejos del fulgor que atrae a tantos millones de turistas que ahora no salen de sus países.