Llegan el Espanyol y el Barça al primer derbi de la temporada en un momento en el que las dinámicas de ambos equipos empiezan a ser casi antitéticas: los azulgranas pueden mirar desde arriba a todos sus rivales en Primera División, pero no acaban de concretar una propuesta futbolística a la altura de su lustrosa plantilla y su juego suscita algunas dudas razonables; los blanquiazules, en cambio, han respondido con una sorprendente capacidad de adaptación a la apuesta de su entrenador, Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’, por el fútbol de toque, pero en las últimas semanas han sufrido una crisis de resultados (tres derrotas consecutivas ante el Sevilla, el Girona y el Getafe) que los ha descolgado de la lucha por los puestos de cabeza.

En cualquier caso, la impresión general es que el duelo que las dos escuadras dirimirán el sábado en Cornellà-El Prat (20.45 horas, Movistar Partidazo) puede ser el más parejo a priori de la última década, y no solo por la escasa diferencia de puntos (siete) que registra la tabla. Así lo cree también Ernesto Valverde, que apunta ayer, sin embargo, que a menudo los partidos de rivalidad ciudadana son ajenos tanto a la lógica del juego como a la de la clasificación -“son encuentros especiales que se juegan mucho desde el corazón y poco con la cabeza”- y recuerda que en el curso pasado, en su visita liguera, el Barça solo consiguió empatar ‘in extremis’.

Claro que aquel era un Espanyol bastante diferente al de esta temporada, pese a contar casi con los mismos jugadores. La mano de Rubi hace prever un partido con más alternativas y, sobre todo, una mayor disputa por el control de la pelota. “El del año pasado era un equipo más armado defensivamente y de contraataque -subrayó el técnico azulgrana-, mientras que el de este año te va a buscar e intenta tener la pelota, manteniendo la velocidad en las contras”.

Directivas y banquillos

El de hoy será también el derbi más afable de los últimos años por lo que respecta a la relación institucional (la directiva del Barça ha agradecido particularmente el gesto de Chan Yansheng de encabezar la delegación blanquiazul que el martes acudió al Espai Memorial Josep Lluís Núñez) y, de forma muy especial, en lo que atañe a la sintonía personal entre los inquilinos de ambos banquillos. Lejos quedan los días en que la antipatía mutua que se profesaban Quique Sánchez Flores y Luis Enrique hacía imposible el tradicional posado conjunto antes del partido. Rubi y Valverde, que coincidieron en el Espanyol cuando el primero entrenaba al filial y el Txingurri al primer equipo, mantienen una relación más que cordial, como demostraron en su encuentro para la foto oficial, y no pierden ocasión de intercambiar elogios.

Pero esto no sería un derbi si todo fuera paz y armonía. En el capítulo de cuentas pendientes, los focos están puestos sobre Gerard Piqué, convertido en los últimos años en la bestia negra del españolismo. Sus palabras del año pasado, cuando aludió al “desarraigo” creciente del “Espanyol de Cornellà” tras una caliente eliminatoria copera, propiciaron una denuncia del club blanquiazul ante la Comisión Antiviolencia y la apertura de un expediente por parte del Comité de Competición. El episodio no contribuyó, precisamente, a rebajar la brutalidad de los epitetos que una parte de la hinchada perica suele dedicar a la familia del central, menores incluidos, cada vez que el Barça visita el RCDE Stadium. La respuesta del jugador en el último choque de Liga, mandando callar a la grada tras anotar el gol del empate, fue como un bidón de gasolina arrojado sobre un incendio.

Respeto y deportividad

Del asunto hablaron también ayer los dos entrenadores. “Espero un buen ambiente y respeto por parte de todos -señaló Valverde-. Piqué está haciendo una gran temporada y no tenemos que esperar que ocurra nada”. "Nuestro talante será deportivo, y esperemos que Piqué también lo tenga -comentó Rubi-. Plantearemos un partido intenso, pero desde la deportividad. Creo que desde el otro bando será igual".

El técnico españolista tiene un argumento extra para motivar a sus jugadores: nunca el conjunto blanquiazul ha ganado en Liga a su eterno rival jugando en Cornellà-El Prat. De hecho, la última victoria como local del Espanyol en un derbi liguero se remonta al 13 de enero del 2007, cuando el entrenador perico era… Ernesto Valverde. En aquella ocasión, los goles de Luis García, Tamudo y Rufete sirvieron para doblegar al equipo dirigido por Frank Rijkaard, que solo pudo anotar en una acción de Saviola.

Han pasado 11 años y 11 meses desde entonces. “Lo único que me dice ese dato -indicó ayer el Txingurri- es que es muy difícil ganar al Barça. Pero no solo para el Espanyol. Para todos”.