El fútbol inglés sigue conmocionado tras el fallecimiento este viernes de Bradley Lowery, el niño de 6 años, fan irredento del Sunderland, que sufría un neuroblastoma terminal. Pero, más allá de su familia, quien más ha sufrido la pérdida del pequeño, convertido ya en un icono de la lucha contra el cáncer, es Jermain Defoe, el ídolo de Bradley, con quien trabó una entrañable amistad y con el que saltó al campo en varios partidos de su club y hasta de la selección. El delantero publicó ayer una emocionante carta para despedirse de su «mejor amigo».

«Dios te trajo a mi vida y he vivido momentos maravillosos contigo, así que estoy agradecido», escribe en su misiva Defoe, recordando aquella primera visita que el pequeño quería que no acabase jamás, a lo que el jugador reaccionó tumbándose con él en la cama hasta que se quedó dormido.

«Nunca olvidaré la forma en la que me miraste cuando nos conocimos, el genuino amor en esos lindos ojos. La manera como decías mi nombre, tus sonrisas ante las cámaras, como una pequeña superestrella. Tu coraje y valentía seguirán inspirándome el resto de mi vida», sigue Defoe, que acaba: «Nunca sabrás el cambio que causaste en mí como persona. Dios te tiene en sus brazos y yo siempre te llevaré en mi corazón. Duerme profundamente, pequeño. Mi mejor amigo».

Las condolencias a la familia llegaron desde todos los clubs de Inglaterra y de mitos como Alan Shearer y Robbie Fowler, tal era el cariño que había despertado Brave Bradley (el valiente Bradley). La casualidad quiso que el Sunderland (ya sin Defoe, que ha fichado por el Bournemouth) jugara un amistoso el viernes, en el que el minuto de silencio se convirtió en un cariñoso aplauso. «Era nuestro pequeño superhéroe y luchó hasta el final, pero le necesitaban en otro lugar», expresó su madre.