El pasado siempre vuelve. Y en el Córdoba parece que nunca termina de irse definitivamente. No solo en los nombres, también en las formas. Hace ya seis años y cuando apenas llevaba una temporada en el dominio, Carlos González empezó a escuchar aquello de «el Córdoba está vendido». Siempre había algún grupo de intoxicación (perdón, inversión) que activaba la máquina y no paró. De hecho, hoy sigue erre que erre, sin ir más lejos, el pasado lunes y con epicentro muy cercano al atril en donde Javier Tebas hablaba de los problemas del Córdoba, que ayer volvió a matizar quitándole aún más peso al discurso aquel de «vamos a morir todos». Los mensajeros del miedo, como entonces, han sido activados por más que alguien tan poco dudoso como el presidente de LaLiga quite luto e incluso ponga algún colorín al escenario. Pero da igual. Habría que preguntarse si el señor Benavente vende su participación antes de «gastarla» por él. El caso es que a mí, allá por el 2013 me llegaron a jurar «por la gloria de mi madre» que el Córdoba estaba traspasado, que se había firmado en una notaría de Madrid y se había depositado, incluso, el dinero. «Hazme caso. Está hecho». Esas cuatro palabras se han repetido en los últimos años alrededor de El Arcángel más veces que «gol» o «¡Cordobá!», que es como se anima al conjunto blanquiverde. Y mientras el muñidor siga en segundo plano, que lo hará, pues el mensaje continuará ahí. Se repitió también en el 2014 y hasta en el 2015. Luego, curiosamente, apareció Jesús León -el tieso señalado por los que les sobra la pasta a espuertas- en escena -sobre todo en el 2016- y cambió la estrategia. Ahora ha tenido que volver a la de hace seis años. Con el mismo resultado, claro.

En aquellos tiempos, por cierto, el Córdoba estaba en concurso de acreedores. Y tanto Daniel Pastor como Alberto Escudero, sus administradores señalados por el juez Caballero, también tuvieron que aguantar lo suyo. De ahí que, como decía, el pasado siempre vuelve.

En verano se celebró la vista previa por una demanda interpuesta por Daniel Pastor contra Carlos González. Igual no eran tan amigos, yo qué sé ya. El caso es que en la última época del madrileño en el club le encargó al malagueño que le buscara un comprador para el Córdoba. Obviamente, Pastor no es Víctor Vico ni otros personajes que han pululado en el entorno de González en estos años. Así que se firmó un documento. Pastor se puso manos a la obra y, al parecer, encontró a alguien cercano a Al-Thani, un grupo de árabes (jeques o no) dispuestos a desembarcar en el Córdoba. Se hablaban de cifras en torno a los 18-20 millones. Seguramente son cifras infladas. Pero González, ya se sabe que es un espíritu libre, decidió en el último instante vender a Jesús León. Seguro que tendría motivos más que suficientes y de peso para elegir al montoreño. El caso es que eso a Pastor no le gustó, lógicamente, y casi que lo iba a dejar pasar. Pero González dio una respuesta incorrecta en un determinado momento y el administrador concursal del Córdoba decidió irse a un juzgado malagueño. La vista previa se celebró el pasado verano y el juicio está fijado para el último trimestre del 2019. Todo puede pasar, incluso un acuerdo privado, antes de que ambos se tengan que ver ante su señoría, algo a lo que tradicionalmente González nunca le ha hecho ascos.

Hace unos días, la consejera del Córdoba y mujer fuerte en los asuntos legales del club tras la salida de Antonio Romero Campanero, reconoció en este periódico que el 90% de los asuntos legales pendientes por parte de la entidad blanquiverde son heredados de la etapa de González. Hay muchos curiosos, pero entre ellos, como botón de muestra, se encuentra el de Unicontrol, una empresa de seguridad que reclama unas cantidades al Córdoba CF. Dentro de esas cantidades se encuentra el importe de los servicios de portería prestados a un domicilio en la localidad de Alcobendas, domicilio en La Moraleja sobre los que, obviamente, el Córdoba va a responder que los únicos porteros a los que paga son a los de las manoplas, vestidos de corto y que pisan el césped.

Y mientras tanto, el club se afana en preparar el mercado de enero de fichajes, porque los habrá. Y a partir de ahí habrá que centrarse, todos a poder ser, en lo que ocurra en el verde, que es lo que realmente importa. Pastorear puntos hasta una salvación lo más tranquila posible. Otros no paran de pastorear demandas y reclamaciones.