El sábado pasado el Córdoba logró adueñarse de la posesión del balón en el estadio de Los Pajaritos, aunque ello no le sirvió de mucho ante un Numancia acostumbrado a jugar replegado y aprovechar los contragolpes. Desde que el Barcelona de Guardiola maravillara al mundo con su juego de toque, raro es el entrenador que no ha intentado copiar este formato. Sin embargo, una posesión que no es efectiva carece de valor para lograr lo más importante en este deporte, el gol. Ante el Numancia, el Córdoba atesoró un 60% de la posesión, pero solo chutó dos veces a portería. En la primera vez que lo hizo, Jovanovic marcó el gol del empate a uno, y en la segunda solo una sensacional parada de Aitor y el poste evitaron que el chut de Guardiola significase la igualada a dos.

Mucho más eficaz fue el Numancia, que con solo un 40% de posesión logró disparar en once ocasiones, cuatro de ellas a puerta, y ello sin contar el autogol de Aythami, que inauguró el marcador en el minuto 29. Al valorar la capacidad ofensiva de ambos conjuntos no solo hay que quedarse con la fría estadística, sino que merece la pena desarrollar un análisis cualitativo de las llegadas a portería de los dos equipos.

Así, los sorianos disfrutaron de muchas ocasiones claras de gol y solo la mala suerte en algunos casos, y las buenas paradas de Pawel Kieszek en otros, evitaron una victoria más abultada. Por ejemplo, en el minuto 20 Guillermo cabeceó un balón que se fue desviado por muy poco. Tres minutos después, aún con el marcador a cero, fue Pere Milla el que falló una clara ocasión, ya que su disparo fue demasiado cruzado, cuando Kieszek ya estaba batido. Además del segundo gol, obra de Guillermo en el minuto 39, los numantinos dispusieron de un buen disparo colocado del delantero vasco, que rozó la escuadra de la portería blanquiverde, y de un mano a mano de Pere Milla que definió con una vaselina muy corta, fácil para Kieszek. El Córdoba, además del gol de Jovanovic, solo inquietó de verdad la portería de Aitor en la mencionada jugada de Guardiola al palo y en un remate franco de Aythami a falta de Reyes, que se perdió muy alto.

Sin embargo, aunque el partido se decidió por la la mayor eficacia de cara a puerta del Numancia, fue en el centro del campo donde se desniveló. Hasta el ecuador de la primera mitad fue el Córdoba el que mandó, atesorando no solo el balón, sino también el ritmo del partido, ante un Numancia muy gris. Pero los locales se repusieron de la presión cordobesista inicial y desde el autogol de Aythami fueron superiores en el centro del campo. A Reyes se le acabó la gasolina y Aguado no tuvo ni el ritmo ni la inteligencia táctica suficientes para parar a Pere Milla. El mediapunta del Numancia fue un incordio absoluto, liberado de tareas defensivas gracias a la labor del doble pivote formado por Diamanka e Íñigo Pérez, y superó en varias ocasiones al centro del campo del Córdoba, poniéndose de gol en dos ocasiones.

De nuevo, las estadísticas sirven para apuntillar este dominio de la medular soriana: los blanquiverdes perdieron un total de 181 balones, por los 165 del Numancia, y recuperaron 52, uno más que los locales. Además, dado que casi todo el partido fue por detrás en el marcador y descolgando jugadores en ataque, el Córdoba sufría mucho más que el Numancia cuando perdía la pelota. La mayor capacidad física de los centrocampistas locales fue decisiva para que el tipo de fútbol que gusta en Soria, con líneas juntitas, pocos espacios y buena salida a la contra, triunfase sobre la propuesta blanquiverde. El Córdoba tuvo el balón pero no controló el partido, pecó de errores en defensa y llegó poco a la portería contraria, lo que a la postre fue definitivo para que se consumase la segunda derrota en la era Sandoval.