Con la derrota golpeando cada vez con más frecuencia, la temporada ordinaria y vulgar del Real Madrid está espantando al aficionado blanco, para el que cada vez es más difícil encontrar un motivo para acudir al Santiago Bernabéu. Como a la fauna en el desierto, las condiciones hostiles diezman una afición sin alicientes. Además de los precios abusivos y los horarios desconsiderados, que llevan años mermando los atractivos del espectáculo, la deriva del club, sin planificación deportiva ni capacidad mercantil, se refleja en cada asiento vacío del autoproclamado club más popular del mundo.

Después de nueve partidos como local en Liga, la asistencia de esta temporada al Bernabéu refleja los peores datos del último lustro, por debajo del 80% de ocupación, un 5 % menos que la temporada pasada.

La desolación de las gradas del feudo blanco es la última consecuencia palpable de la crisis que asola a los de Santiago Solari, un equipo depreciado retratado por los resultados, desenganchado de la pelea por la Liga (a 10 puntos del Barça) a una vuelta del final.

Desde el verano, la planificación deportivo no despertó ni un ápice de ilusión, sin la llegada de un sustituto a la altura mediática de Ronaldo.

Desilusión desde el principio

Ya saltaron todas las alarmas con la pobre entrada en el partido inaugural de la temporada, por debajo de 50.000 espectadores (sobre un aforo de más de 81.000), pero el aspecto raquítico y escuálido de las gradas del feudo blanco se ha mantenido con el paso de las jornadas, entre el juego mediocre del equipo y la sucesión de malos resultados.

El efecto Vinicius, lo más parecido a un fichaje efectista del Madrid esta temporada, se ha ido desinflando y ha confirmado la falta de referentes para una afición con un panorama desalentador.

Solo se han superado los 70.000 espectadores en un partido, el derbi ante el Atlético de Madrid, en una época de la temporada donde la afición todavía albergaba ilusiones que ahora se perciben muy lejanas. Julen Lopetegui fue despedido por el camino, pero el repunte en las gradas del Bernabéu tras la llegada de Solari fue casi inapreciable y la caída posterior ha sido más pronunciada.

Después de los dos primeros partidos del Madrid como local, el aforo del Bernabéu se mantuvo, sin alardes, por encima de 60.000 espectadores, pero los últimos cinco partidos han confirmado una tendencia alarmante: poco más de 50.000 asientos ocupados cada partido (ante Melilla, CSKA, Rayo y Real Sociedad), seguidos de la peor entrada de la temporada: 44.231 espectadores en la ida de octavos de final de Copa ante el Leganés.

Derrumbe en la Champions

El Madrid se está moviendo en las peores cifras de la última década, con una concurrencia por debajo del 80% en todas las competiciones. Se ha resentido especialmente la asistencia en Liga de Campeones, con poco más del 77% de ocupación media (algo más de 60.000 aficionados), lejos del porcentaje, superior a 90, de las tres últimas temporadas, en las que el equipo llegó a las instancias finales.

No se atisban soluciones inmediatas que varíen una tendencia negativa que lleva años enraizando en el Madrid y que está asentada en los cimientos de la planificación deportiva.