El confinamiento tiene su particularidad en clave blanquiverde. La preocupación por lo que ocurrirá una vez termine la temporada -si acaba- sigue ahí, pero lógicamente ha pasado a un segundo plano. Se echa de menos el fútbol, sí, por lo que El Arcángel, el Córdoba CF, es un elemento fundamental de ausencia en el día a día. O cada dos semanas. El caso es que los futbolistas han dejado de ponerse la elástica blanquiverde, pero algunos aficionados siguen teniendo muy presente al equipo de su tierra.

Javier Jiménez casi no necesita presentación. Abonado durante décadas, se hizo conocido después de que las televisiones a nivel nacional se hicieran eco de su presencia solitaria en el Carlos Tartiere, la pasada temporada. «La primera vez que fui a El Arcángel me llevó mi tío, tendría yo siete u ocho años y claro, yo creía que me iban a llevar al Madrid o Barça, que era lo que se veía en la TV. Entré por la antigua preferencia. Y esa imagen del césped iluminado, recién cortado, nunca se me olvidará». Jiménez ha elegido una camiseta sin nombre ni dorsal, porque «los jugadores hoy son queridos y mañana te hacen una jugarreta y ya lo tienes cruzado», además que la elástica que lleva es la que «me puse para el famoso viaje a Oviedo y ha estado en La Coruña, en Madrid, en Girona... en muchos sitios». «Por tener, me gustaría tenerlas todas», reconoce Jiménez, «pero no tendría sitio». «Además, a mí me gusta la blanquiverde, la primera equipación. La única segunda que sí me gustaría tener es la negra y amarilla, de hace diez u once años, que era preciosa».

Rubén Castro es otro abonado desde hace más de una década. Lo más singular de este aficionado es su colección de camisetas, en concreto cordobesistas, de las que posee «más de 150».

Esta afición le nació por vía familiar. «Mi tío me llevó, cuando tenía yo ocho o nueve años, a un Córdoba-Melilla, creo recordar», explica. En la imagen lleva la elástica de Patiño, porque «puede ser de las más significativas, ya que con esa jugó el internacional por Filipinas en Pucela, en los play off de ascenso» en el 2012. Castro remarca esa relevancia, ya que «ahí se cambió la consideración del Córdoba, ahí ya se le ponía como candidato al ascenso a Primera y empezaron a tomarnos en serio. Y a tomarnos en serio nosotros mismos», remarca. «Tengo otras dos que quizá van por delante de esa camiseta, pero no las tengo en casa ahora», comenta Castro, que entre su colección de centenar y medio de elásticas destaca «la más antigua que tengo, de la temporada 1979/80, con el dorsal cinco, que creo que era de De la Cruz». Cuando se le pregunta por una camiseta que no tenga en su colección y eche de menos, no lo duda: «La del ascenso del 99, está clarísimo, ni me lo pienso». Y eso que esa magnífica colección está conseguida a pulso, porque «regalos, poquitos».

Amador Martínez también es un abonado de los que llevan décadas yendo a El Arcángel desde que un amigo le pidió que le acompañara: «Ven, que vas a disfrutar, me dijo». «Llevo la del 50 aniversario del club porque me parece preciosa», comenta Martínez sobre su elección, «y porque me da orgullo haber vivido aquel año, a pesar de todo, porque podré contárselo a mis hijos, esos momentos fueron espectaculares. De hecho, tengo la camiseta guardada como oro en paño», reconoce. También recuerda Martínez que los mayores éxitos, paradójicamente, los consiguió el club blanquiverde lejos de El Arcángel, «como el penalti fallado por Abraham Paz, que celebré como un ascenso». Si tiene que quedarse con una camiseta que desee con todas sus fuerzas esa es «la Umbro en los años 90».

Rafael Cruz es cordobesista de herencia. «Mi padre es el abonado 64 y yo llevo desde hace 40 años», comenta, lo que le lleva a rememorar su primera visita a «El Arcángel antiguo, cuando accedía por preferencia, la música militar norteamericana y el olor al césped recién cortado». Cruz ha elegido la camiseta de Txiki, del que aún se recuerda aquel gol maradoniano. «Nos la regaló, porque hicimos amistad con él y su novia cuando se hacía el fondo norte y nos trasladaron a tribuna». Cruz recuerda una faceta no muy conocida de Txiki, que «había acogido a un niño con dificultades y le dio educación. Antes de marcharse de aquí nos regaló la camiseta», comenta el veterano abonado cordobesista. Coincide con otros sobre la camiseta que desearía poseer: «La verde, la del ascenso en Cartagena, sí que me gustaría, no solo por bonita, sino por el significado, porque creo que el ascenso más importante del Córdoba CF fue ese», asegura. Ahora que los futbolistas no pueden, son los aficionados los que se ponen la blanquiverde.