Las campanas que repicaban hace cinco años en el Gran Canaria por el ascenso a Primera llamaron ayer a sepelio. El Córdoba dijo adiós al fútbol profesional 12 años después de su regreso y tras vivir uno de ellos en la máxima categoría, a la que llegó en el mismo escenario por el que se marcha a Segunda B. Más bien en el mismo estadio, ya que los escenarios nada tenían que ver. Entonces, un Gran Canaria hasta la bandera y que ayudó en cierta manera a ese ascenso de los blanquiverdes. Anoche, la peor entrada de la temporada en el estadio amarillo, en el que se podían oír, incluso, a los jugadores. Entonces, dos equipos jugándose la vida por llegar al cielo pero solo uno logró salir con el billete. Anoche eran dos almas en pena. Las Palmas mirando de reojo hacia abajo y el Córdoba siendo un zombie desde hace meses.

No hubo ni intención de que el partido no pareciera un amistoso. Pero el encuentro en sí es lo de menos. La puerta que se le abre al Córdoba deja más en el aire que nunca el camino que ha de tomar. La entidad blanquiverde tiene ante sí varios frentes abiertos, y no solo el deportivo, que pasa inevitablemente por armar un proyecto lo suficientemente serio, fuerte y sobre todo creíble para volver al fútbol profesional por la vía rápida. Pero para ello deberá cerrar muchas heridas, quizás demasiadas.

La puntilla recibida ayer no es sino la culminación de un declive iniciado en el mercado invernal de la temporada 2015/16, en aquellas campañas en las que no se llegaba a invertir en el equipo ni el 30% de los ingresos que recibía el club. Fue el germen que dio su fruto venenoso en las siguientes campañas, en las que se peleó hasta el final por salvar la categoría, por lo que tras ver el percal y con el equipo virtualmente en Segunda B se transfirió la propiedad. Se esquivó a partir de ese momento lo que parecía inevitable y, para rematar, tanto las consecuencias de aquella salvación milagrosa como otras decisiones en la gestión de la propia entidad en esta última campaña terminaron por sentenciar a un Córdoba que ha pasado demasiadas jornadas en la UCI (70 de las últimas 80 jornadas en Segunda estuvo en puestos de descenso) como para confiar en una recuperación que sobrepasaba el milagro. No existen dioses ni mensajes celestiales que consigan levantar a un muerto. Y este Córdoba estaba herido de muerte desde hacía mucho tiempo, años, y en esta última campaña se le dio la puñalada final.

Una temporada en la que ha ocurrido de todo. Francisco, el entrenador elegido en un primer momento, se marchó a las pocas semanas de llegar tras comprobar que el proyecto nada tenía que ver con lo que se había prometido y tras estallar el bloqueo del límite salarial deportivo, que LaLiga dejó en el mínimo permitido por el reglamento del control económico, en torno a los cuatro millones de euros. Así, jugadores con los que unas semanas no se contaba -y se les comunicó- recibían el mensaje de que debían continuar. LaLiga permitió hasta 18 fichas profesionales, pero la mayoría de ellas ya estaban ocupadas y la entidad encontró serias dificultades para intercambiar unas fichas de profesionales por otras. Más bien imposible. El resto debían ser jugadores, siempre por el mínimo profesional y sub 23. El club, en una huida hacia adelante en la que mucho tuvo que ver la petición de un sector de la afición, decidió que lo mejor era el regreso de José Ramón Sandoval. Mientras las derrotas se acumulaban desde el principio, el ruido institucional dejaba en un imposible la reacción. El club tomaba decisiones muy discutidas y una de ellas fue, precisamente, el relevo del de Humanes. Ahogado económicamente, el retraso de la operación de Guardiola y Aguado le dejó casi sin maniobra en el mercado invernal de fichajes, en el que solo pudo fichar por los importes que iba liberando. Otro error, deportivo, fue modificar la plantilla en base al técnico de ese momento, Curro Torres, que fue despedido apenas un mes después de cerrarse el mercado invernal de fichajes, por lo que se comprobó que, de nuevo, la eterna huida hacia el horizonte solo presentaba, precisamente, ausencia de futuro. Finalmente, un hombre de la casa como Rafa Navarro aceptó sentarse en el banquillo para intentar reactivar lo que era imposible: un vestuario dividido ya desde antes de iniciarse la temporada y con demasiados jugadores -que no futbolistas- dando más juego fuera de la caseta que sobre el césped.

Jesús León no lo tendrá nada fácil. Primero, tiene ante sí la papeleta de solventar el grave problema de liquidez que presenta la entidad y no solo poner al día a todos los trabajadores, sino que deberá, posteriormente, convencer a todos de que la situación económica de este Córdoba no es alarmante y, asimismo, le quedan otros frentes abiertos. Porque si León pasa esa pantalla le espera después otra casi igual de complicada: que la ciudad y los aficionados crean en el proyecto. Porque este Córdoba está, hoy por hoy, en la misma situación social en la que se encontraba en la peor etapa de su antecesor, pero en esta ocasión con un fracaso deportivo mayúsculo, como es el adiós al fútbol profesional. Lo primero, como siempre, será lo económico. Porque, además, también se avecinan tiempos de convulsión en lo puramente institucional, que tienen relación con lo económico. El horizonte del último plazo para el abono a su antecesor de la totalidad del dinero por el traspaso del paquete mayoritario de acciones es otro paso a superar el 31 de julio, en mitad precisamente de la construcción del proyecto para el regreso al fútbol profesional. Todo comenzará hoy. El primer día del resto de la vida del Córdoba, que siempre se levantó ante todas las adversidades.

Ficha técnica:

Las Palmas: Josep Martínez; Fortes, David García, Eric Curbelo, De la Bella; Cedrés, Ruiz de Galarreta, Javi Castellano, Blum (Fidel, min. 83); Araujo (Rafa Mir, min. 73) y Rubén Castro (Maikel Mesa, min. 68).

0 - Córdoba: Marcos Lavín; Fernández, Chus Herrero, Luis Muñoz, Loureiro; De las Cuevas, Álex Carbonell (Javi Lara, min. 73); Andrés Martín, Alfaro (Quim Araujo, min. 84), Álex Vallejo; y Piovaccari (Chuma, min. 79).

Gol: 1-0, min.19: Blum.

Árbitro: Álvaro Moreno Aragón (Comité Madrileño). Mostró tarjeta amarilla a los jugadores locales De la Bella (min. 5), Javi Castellano (70) y Ruiz de Galarreta (91), y al visitante Piovaccari (36).

Incidencias: partido de la jornada 38 en Segunda disputado en el Estadio de Gran Canaria ante 8.681 espectadores.

Quim Araújo, con la mano en la cabeza, Luis Muñoz y Chuma (d), ayer al finalizar el partido en el Gran Canaria. Foto: LOF