Sinceramente, todos estábamos más atentos a lo que ocurría lejos de El Arcángel que a la enésima comparecencia del Córdoba. Cualquier cosa que llegara desde fuera tenía más interés que un equipo que comenzó la Liga siendo un grupo de mentira, de mucho postureo para, al fin y al cabo, evitar el trabajo. Hace ya unas 30 jornadas que se incidía en que había mucho jugador que quería el balón al pie, ninguno corría al espacio, algunos -los menos- hacían como que trabajaban sin balón, la mayoría sombreaban en defensa. Jugadores con nombre, con cierto nombre que han terminado por no tener ni eso. Porque este descenso afecta a todos y a ellos, a varios de ellos, también. Si no, al tiempo. Te mandaban mensajes del tipo «Pedro Sánchez gana» y uno se acordaba del otro Pedro Sánchez, al que no pocos le cambiaban el nombre en plan coña en El Arcángel y que fue vital en la temporada de la vuelta a Primera División. Igual esta temporada suma su tercer ascenso con el Deportivo de la Coruña. Una de las cosas que ha perdido el Córdoba en los últimos años ha sido eso, jugadores que con mayor o menor acierto siempre fueron de verdad. Jugadores de verdad hacen equipo de verdad que puede empatar y perder, pero desde la grada se percibe que el equipo, elemento por elemento, es de verdad. Y no. El Córdoba de esta temporada ha estado muy lejos de ser de verdad.

Tampoco se podía esperar demasiado. Cuando a este equipo le llegaron los momentos de la verdad, los instantes en los que los suyos, seguidores, aficionados y abonados cambiarían de opinión al comprobar que su equipo, en los momentos críticos daba un paso al frente, siempre se encontró con lo mismo: abstención y huida. Le pasó en Elche, en Almendralejo, ante el Lugo... Por lo tanto, no se puede esperar de este grupo ni el mínimo exigible. Ya, ni el postureo.

Con un rival atenazado por la tensión del descenso el Córdoba consiguió que el partido pareciera un amistoso relativamente igualado. Por supuesto, el único que corre al espacio es Andrés Martín. Los otros son futbolistas de toque, de clase, de calidad. Balón al pie, tac, tac, tac y, ay, un fallito. No pasa nada, corre el compañero. Por lo tanto, el chaval se metió varios calentones por dentro y cayendo a la banda. Una buena jugada de Carbonell terminó con un centro de Fernández que cabeceó el chaval blanquiverde al larguero de Cristian Álvarez. Otra aparición de Andrés, traspasada la media hora de partido, terminó con el balón en el palo tras tocar el portero maño. Ese primer acto finalizó con dos llegadas: una en la que Fernández en lugar de disparar dio una asistencia a un candidato de Pacma y otra en la que Carbonell rompió con el balón uno de los cristales del avión cultural.

La cosa era casi tan rara como aquella victoria blanquiverde ante el Mallorca, porque nada más regresar de vestuarios Marc Gual ya avisaba en el 48’ de que se iniciaba su festival. Su cabezazo cruzado se marchó fuera por muy poco, pero el regalo de Luis Muñoz, dos minutos después, era demasiado bonito para ser desperdiciado. Regateó a Marcos Lavín para anotar el primer gol de su triplete, con el que el Córdoba dejaba claro que no, que el adiós no iba a ser digno. Y no sería porque Andrés Martín no siguió intentándolo. El chaval disparó con su pierna mala tras una internada en plan llanero solitario. Luego, aprovechó un gran balón en largo servido por De las Cuevas para lanzar un zurdazo ante el que Cristian Álvarez realizó una gran parada. Y, finalmente, fue Álex Menéndez quien puso a prueba al portero visitante con un centro chut peligroso. Y se acabó. Marc Gual anotó el segundo dejando de nuevo al aire todas las verguenzas del ¿sistema defensivo? del Córdoba, mientras que el tercer tanto, apenas cuatro minutos después, resume a la perfección todo lo ocurrido esta temporada. Despeje de un futbolista blanquiverde que rebota en los pies de Carrillo, lo que se convierte en una gran asistencia para el delantero zaragocista, que fusila a Marcos Lavín a placer.

No. Este Córdoba no ha dado el nivel, pero de nuevo ayer se comprobó que la mala suerte le va a acompañar hasta el final. Chus Herrero estrelló el tercer balón en el palo de la portería del Zaragoza y en el primer cuarto de partido Varón Aceitón se comió un claro penalti a favor de los blanquiverdes. El problema para este equipo es que defender esa mala suerte es insostenible con todo lo que ha hecho -o más bien ha dejado de hacer- a lo largo de la temporada.

Y si El Arcángel no fue ayer una tumba fue por los algo más de 6.000 aficionados que se dieron cita y que se encargaron de recordar a todos, desde el equipo hasta el presidente, el estado actual de este Córdoba. Lo seguirán haciendo en los dos compromisos o sesiones de torturan que aún esperan en el coliseo ribereño. Con más de una docena de jugadores con contrato en vigor se hace muy complicado imaginarse a ninguno, la próxima temporada, en el equipo. La limpia ha de ser profunda porque hay mucho que eliminar a todos los niveles y la parálisis en la que vive actualmente la entidad blanquiverde se refleja incluso en el equipo. Lógico que la atención de no pocos siguiera ayer, durante el simulacro de partido, en lo que ocurría fuera. La defenestración de alguno recordaba a la propia caída blanquiverde, que volvió a transmitir el compromiso justo, poquito, y ayer volvió a votar en blanco.

Ficha técnica:

Córdoba: Marcos Lavín; Fernández, Chus Herrero, Luis Muñoz, Álex Menéndez, Álex Vallejo (Carrillo, m.60), Bodiger, De las Cuevas, Alfaro (Javi Lara, m.73), Carbonell (Aguado, min. 80) y Andrés.

Zaragoza: Cristian Álvarez; Delmás, Verdasca, Guitián, Nieto, Eguaras (Zapater, m.83), Javi Ros, Soro (Raúl Guti, m.32), Marc Gual (Papunashvili, m.80), Pep Biel y Álvaro Vázquez.

Goles: 0-1, M.50: Marc Gual. 0-2, M.74: Marc Gual. 0-3, M.78: Marc Gual.

Árbitro: Santiafo Varón Aceitón (Comité Balear). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Luis Muñoz y Javi Lara y al visitante Pep Biel.

Incidencias: Partido de la trigésima sexta jornada de Segunda División, disputado en el estadio Municipal El Arcángel ante 6.688 espectadores.